Pareciera que estamos condenados a atraer a
nuestra vida lo que nos genera sufrimiento. Unos lo llaman ley de atracción,
para otros es simplemente un juego de la vida o una coincidencia. Algunos le
dicen karma. Pero no es más que la oportunidad que te da la vida de ver hoy,
con amor, aquello que ayer viste con dolor. Y se te repetirá hasta que te
perdones y lo veas con amor.
Las relaciones no están diseñadas para
hacernos felices, están diseñadas para hacernos conscientes. Y cuando le damos
más valor a la comodidad del sueño, despertar no es una opción. Buscamos la
solución a nuestras dificultades siempre desde la misma perspectiva con el
deseo inefable de que esta vez sí voy a acertar en la solución. Sin darnos
cuenta que vivimos en un ciclo interminable de sufrimiento al no permitirnos
observar, de forma diferente, las relaciones que sostengo. ¿Qué me están
mostrando? ¿Qué es lo que me niego a observar?
Como dice Sergi Torres, “Andamos tratando de resolver cosas, cuando
todo se trata simplemente de vivirlas.” Pretendemos resolver situaciones, cuando
deseamos algo diferente a lo que la vida nos ofrece, se llama carencia. La
carencia duele porque nos hace creer incapaces, incompletos, no merecedores de
lo que llamamos felicidad. Y atacamos a los demás porque los vemos como la
causa de nuestras carencias.
La necesidad de sanar viejas heridas
emocionales hace que la vida nos enfrente con personas que nos sirven de espejo
y como una forma de ayuda que no hemos sabido valorar. Un Curso de Milagros nos
recuerda: “Las relaciones especiales que
se establecen en el mundo son destructivas, egoístas e
"infantilmente" egocéntricas. Mas cada una representa una oportunidad
de sanar nuestras percepciones y de corregir nuestros errores. Cada una es una
nueva oportunidad de perdonarnos a nosotros mismos, perdonando a otros.” Las relaciones especiales son aquellas
basadas en el dolor, en el sufrimiento. Busca en tu dolor aparente, la causa
real de tu sufrimiento.
Es
inaplazable el tomar la decisión más importante de nuestra vida, la cual
consiste en redefinir el propósito de nuestras relaciones. O siguen basadas en
el dolor o las utilizamos como el medio que la vida nos ofrece para
convertirlas en relaciones de perdón, el verdadero perdón que nos conduce a la
paz y ésta a la felicidad. Uno de los mayores obstáculos para alcanzar la paz,
es nuestro deseo de ser especial. Deseo que nos hace creer tener la razón y,
por lo tanto, es la otra persona la que se ha equivocado. Si yo no lo hago,
¿quién lo hará? Otra forma diferente de nuestro “especialismo” es el de
victimizarnos. Sentirme víctima de la incomprensión de los demás, víctima de
las circunstancias, víctima de la desconsideración de los otros, víctima de la
vida, víctima de todo o de casi todo y de mil formas diferentes. Nuestro
especialismo se manifiesta cuando pretendo que el otro piense como yo pienso.
Menospreciar el propósito del otro es una de las formas más frecuente de ser
especial y una falta de respeto enorme, porque lo consideramos como un incapaz.
Entiéndase por ser especial cuando nos creemos ser diferentes a los demás, por
lo tanto, mejores.
Alcanzar
la paz, por el método que decidas seguir, es indispensable para tomar
decisiones correctas, que solo se pueden tomar desde una percepción verdadera.
Observa tu dolor, obsérvalo y seguramente la vida te dará las respuestas. Lo
importante es que no te quedes con tus conclusiones egoicas, te equivocarás de
nuevo. Estas te harán creer, por un período de tiempo, que has tomado tus
mejores decisiones y tal vez funcionen para tu aparente tranquilidad; el tiempo
(tu tiempo) te lo hará saber.
En
este camino de aprendizaje confío plenamente en el propósito al que me conduce
Un Curso de Milagros, al recordarme que: “El
Espíritu Santo, en Su función de intérprete de lo que has hecho, se vale de las
relaciones especiales, que tú utilizas para apoyar al ego, para convertirlas en
experiencias educativas que apunten hacia la verdad. Siguiendo Sus enseñanzas,
todas las relaciones se convierten en lecciones de amor. El Espíritu Santo sabe
que nadie es especial. Mas Él percibe también que has entablado relaciones
especiales, que Él desea purificar y no dejar que destruyas. Puedes poner bajo
Su cuidado cualquier relación y estar seguro de que no será una fuente de
dolor, si estás dispuesto a ofrecérsela a Él para que no apoye otra necesidad
que la Suya. Toda la culpabilidad que hay en tus relaciones especiales procede
del uso que haces de ellas. Todo el amor, del uso que Él hace de ellas. No
temas, por lo tanto, abandonar tus imaginadas necesidades, las cuales no harían
sino destruir la relación. De lo único que tienes necesidad es de Él.”
En mis relaciones estoy
aprendiendo a amar, amar desde el perdón y escribir es parte de mi proceso de
aprendizaje. Aunque los comparto, no pretendo hacer de estos escritos una
cátedra de enseñanza, solo pretendo compartir lo que para mí significan hoy las
enseñanzas del abuelo, especialmente cuando me decía: Dios los
cría y ellos se juntan…
Oscar
Marino Cruz García
OM
Un Camino Espiritual