He aquí la
respuesta a tu búsqueda de paz. He aquí lo que le dará significado a un mundo
que no parece tener sentido. He aquí la senda que conduce a la seguridad en
medio de aparentes peligros que parecen acecharte en cada recodo del camino y
socavar todas tus esperanzas de poder hallar alguna vez paz y tranquilidad. Con
esta idea todas tus preguntas quedan contestadas; con esta idea queda asegurado
de una vez por todas el fin de la incertidumbre. (Haz clic en la imagen)

La mente que no
perdona vive atormentada por la duda, confundida con respecto a sí misma, así como
con respecto a todo lo que ve; atemorizada y airada. La mente que no perdona es
débil y presumida, tan temerosa de seguir adelante como de quedarse donde está,
de despertar como de irse a dormir. Tiene miedo también de cada sonido que oye,
pero todavía más del silencio; la obscuridad la aterra, más la proximidad de la
luz la aterra todavía más. ¿Qué puede percibir la mente que no perdona sino su
propia condenación? ¿Qué puede contemplar sino la prueba de que todos sus pecados
son reales?
La mente que no
perdona no ve errores, sino pecados. Contempla el mundo con ojos invidentes y da
alaridos al ver sus propias proyecciones alzarse para arremeter contra la
miserable parodia que es su vida. Desea vivir, sin embargo, anhela estar
muerta. Desea el perdón, sin embargo, ha perdido toda esperanza. Desea escapar,
sin embargo, no puede ni siquiera concebirlo, pues ve pecado por doquier.
La mente que no
perdona vive desesperada, sin la menor esperanza de que el futuro pueda ofrecerle nada
que no sea desesperación. Ve sus juicios con respecto al mundo, no obstante,
como algo irreversible, sin darse cuenta de que se ha condenado a sí misma a
esta desesperación. No cree que pueda cambiar, pues lo que ve da testimonio de
que sus juicios son acertados. No pregunta, pues cree saber. No cuestiona,
convencida de que tiene razón.
El perdón es
algo que se adquiere. No es algo inherente a la mente, la cual no puede pecar.
Del mismo modo en que el pecado es una idea que te enseñaste a ti mismo, así el
perdón es algo que tienes que aprender, no de ti mismo, sino del Maestro que
representa a tu otro Ser. A través de Él aprendes a perdonar al ser que crees
haber hecho, y dejas que desaparezca. Así es como le devuelves tu mente en su
totalidad a Aquel que es tu Ser y que jamás puede pecar.
Cada mente que no
perdona te brinda una oportunidad más de enseñarle a la tuya cómo perdonarse a
sí misma. Cada una de ellas está esperando a liberarse del infierno a través de
ti, y se dirige a ti implorando el Cielo aquí y ahora. No tiene esperanzas,
pero tú te conviertes en su esperanza. Y al convertirte en su esperanza, te
vuelves la tuya propia. La mente que no perdona tiene que aprender, mediante tu
perdón, que se ha salvado del infierno. Y a medida que enseñes salvación,
aprenderás lo que es. Sin embargo, todo cuanto enseñes y todo cuanto aprendas
no procederá de ti, sino del Maestro que se te dio para que te mostrase el
camino.
Nuestro propósito consiste en aprender a perdonar. Si estás dispuesto, hoy puedes aprender
a aceptar la llave de la felicidad y a usarla en beneficio propio.
La mente que no
perdona no cree que dar y recibir sean lo mismo.
UCDM
No hay comentarios:
Publicar un comentario