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lunes, 6 de febrero de 2017

Relaciones Sistémicas


Siempre he creído ser libre y haber tomado mis propias decisiones, hasta que algún día empecé a preguntarme el por qué no lograba los resultados que esperaba y para los cuales dedicaba mis mejores esfuerzos. Me di cuenta que algunas de mis reacciones eran desproporcionadas frente a la simple causa que los generaba. Y hacía cosas que muy dentro de mí sabía que no las debía hacer.

El ser humano, equivocadamente, ha creído estar separado de sus congéneres. Hemos creído en la individualidad, dando “realidad” a la separación. Lo cierto es que aunque nos expresamos de forma separada de los demás, estamos interrelacionados por diversas formas. La ciencia moderna nos ha apoyado a entender esta relación a través diversas teorías, debidamente demostradas. Cito algunas para facilitar tu exploración.

La teoría de la resonancia mórfica, Rupert Sheldrake 
La epigenética conductual, Michael Meaney - Moshe Szyf
El holograma, Dennis Gabor
El fractal, Benoît Mandelbrot
El entrelazamiento cuántico, Einstein, Podolsky y Rosen
El inconsciente familiar, Carl Gustav Jung

Mi experiencia personal me ha llevado a explorar la teoría del inconsciente familiar y lo que propongo lo hago desde esta perspectiva.

Son muy variadas las circunstancias, dramas, eventos, secretos, fracasos, asesinatos, abortos, ruinas económicas, enfermedades, abandonos y un sin número de hechos que han ocurrido en nuestra familia a través de generaciones. Y creo firmemente, que esos eventos tienen algún tipo de influencia en nuestra vida actual. Lo que lo hace evidente, es la repetición de algunos de esos eventos, aparentemente contra nuestra voluntad.

Tal vez, como en mi caso, tu actual circunstancia de vida empiece a generarte algunas reflexiones. Es triste ver familias sumidas en la repetición de dramas y creer que son solo victimas del castigo divino, del destino, del sistema social, de la mala suerte o de alguna maldición. Nombro las creencias más comunes, aunque existen miles de excusas que se dan las personas ante su situación y que podrían empezar a resolver solo con formularse esta pregunta:

¿De quién es la vida que estoy viviendo?

Una circunstancia de desempleo en tu familia, debería llevarte a la reflexión y no a la simple y fácil excusa que nos damos al afirmar: “… es que en este país no hay trabajo.”  Tal vez existe un “programa de no trabajar” que les está llevando al desempleo.

Otro hecho frecuente es el de las enfermedades. Lo más frecuente que escucho decir es: “…esa fue la voluntad de Dios”.  No creo en un Dios capaz de condenar a un ser a vivir con limitaciones físicas o mentales. Creo que es consecuencia de algunos eventos sucedidos a nivel Transgeneracional. ¿Has escuchado hablar de las enfermedades hereditarias? Existe una relación mente – cuerpo y éste somatiza las emociones guardadas. Las llamo emociones traficadas. Debemos aprender a gestionar nuestras emociones.

La buena noticia es que podemos vivir nuestra propia vida, sin la carga emocional generada por nuestros actos y aquellos de otros miembros de nuestra familia.

El Perdón es el camino que debemos recorrer. Perdonar no es ubicarnos en el altar del ego y decir: Yo te perdoné. Perdonar no es otra cosa que recordar únicamente los pensamientos amorosos que diste en el pasado, y aquellos que se te dieron a ti. Todo lo demás debe olvidarse.

El perdón no es piedad, la cual no hace sino tratar de perdonar lo que cree que es verdad. No se puede devolver bondad por maldad, pues el perdón no establece primero que el pecado sea real para luego perdonarlo. Nadie puede perdonar hasta que aprende que corregir es tan solo perdonar, nunca acusar.

El verdadero perdón es permitir que las cosas sean como fueron, como son, y como serán.

¿Cuán dispuesto estás a perdonar?  ¿Hasta qué punto deseas la paz en lugar de los conflictos interminables, el sufrimiento y el dolor?

Cuando comprendas que:
“Nada vino para fastidiarnos, todo vino para transformarnos” y de tu corazón salga un “Muchas Gracias”, habrás sanado y habrás liberado a tus ancestros.


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Profe, enséñeme a aprender no a obedecer.