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miércoles, 24 de octubre de 2018

Nadie aprende con cabeza ajena… decía el abuelo.


Cuando algún día empecé a percibir la profundidad de la enseñanza que me daba el abuelo con este refrán, sentí miedo, mucho más miedo del que percibía o del que era consciente que percibía. Desde lo que creía saber, ¿Qué parte era solo conceptos y que parte era vivencia? ¿Hasta qué punto estaba apropiándome de valores, principios, formas y teorías ajenas, aunque parecieran muy sacras, olvidándome de mi propio sentir?

No aprendemos con el aprendizaje del otro, solo la experiencia de lo vivido nos deja una verdadera enseñanza y nos conduce al discernimiento. Es desafortunado nuestro modelo educacional basado en la memorización de información y el respectivo premio al mejor “memorizador”… le llaman “inteligente”. Nos premian por replicar de memoria las teorías de otros. Y lo que es peor, las replicamos haciéndolas propias, como si las hubiésemos experimentado. Lo que realmente debería ser reconocido es la oratoria con la que convencemos a un mundo que necesita ser convencido de cualquier cosa, solo agrégale un nombre inentendible y será suficiente para lo que le llaman “La fórmula del éxito”. Así, paso a paso, o mejor, de concepto en concepto, vamos perdiendo de vista nuestra esencia, hasta que nos convencemos ser lo que otros han dicho que somos.

Alguna vez escuché esta historia: “Una niña, en su salón de clase, se atrevió a refutar lo explicado por su profesora. Esta, indignada ante tal atrevimiento de una chiquilla, le llamó la atención, esgrimiendo sus 20 años de experiencia docente. La niña, desde la certeza de su inocencia, le preguntó: Profesora ¿20 años enseñando o 19 años repitiendo lo que enseñó en el primer año?”

Cuando nos arriesgamos a transmitir conceptos a otros, caemos en el error de no tener en la cuenta el nivel de aprendizaje del aprendiz, y es lógico, desconocemos el nuestro. Nuestro ego se engrandece con la pretensión de que se nos escuche desde la información acumulada y no desde el discernimiento, sin ser conscientes de ello. La diferencia es básica. Los conceptos los encuentras en libros, películas e inclusive en las experiencias de otros. El discernimiento solo se deriva de tu propia vivencia. Y para llegar a él, debes confrontarte contigo mismo. Estar dispuesto a salir de tu zona de confort. La información es un mapa que te sirve de referente. El discernimiento es descubrir desde la ausencia de conceptos.

Cuando, de alguna forma, nos decidimos a recorrer un camino espiritual es útil recurrir a la información que encontramos de otras personas. Pero solo es un referente. Desde tus inquietudes, debes descubrir tus propias formas. Masaharu Taniguchi dijo: “Seguir los pasos ajenos puede ser más seguro, pero, al hacerlo, será imposible evitar la polvareda dejada por los que van adelante.”

Andamos en búsqueda de la felicidad, pero con la fórmula de otro, y así, andamos por la vida comprando recetas mágicas que solo le funcionan, tal vez, a quién las ideó, conduciéndonos a la frustración. La receta encontrada por otros es solo el referente de que se puede encontrar. Pero, insisto, debes encontrar tu propia receta. Observa tus pensamientos, observa tus circunstancias, obsérvate a través de las personas con las que te relacionas, observa tu lenguaje; en todo ello están los ingredientes para tu receta. Obsérvate.

Date cuenta que el rechazo hacia los demás es el miedo a permitirnos enfrentar lo que sentimos y seguir aferrados a nuestros conceptos, creencias. ¿Cuáles son las ideas a las que vivo aferrado? ¿Quién serías sin tus conceptos? Nos escondemos detrás de nuestras ideas, por miedo a vivir. El rechazo que sentimos es fuente de sabiduría, solo, y solo si, lo observas.

Somos como niños torpes y asustados que nos escondemos detrás del escudo de información adquirida en las mejores aulas, creyéndonos invulnerables e intocables por un cargo, un título o una posición económica. Solo un padre/madre sabe lo que se desprende de la experiencia de tener un hijo, los demás solo podrán esgrimir teorías del cómo se debería sentir o actuar en caso de... No, así no funciona.

Si el lenguaje de las personas es de dolor, debes hablarles desde el dolor. Si es de alegría debes hablarles desde la alegría. No pretendas acercarte a la mente del otro desde la sapiencia de tus conceptos, porque lo estarás haciendo desde la crueldad. Es una forma de rechazar su sentir. Si aceptas su sentir, te abrirá las puertas de su mente a una reinterpretación que lo conducirá hacia una transformación verdadera. Aunque la verdadera transformación ocurrirá en ti mismo.

Ya no sigo maestros o grupos que solo buscan seguidores, mediante el adoctrinamiento religioso o filosófico, ofreciendo métodos mágicos y exclusivos para encontrar la verdad. En mi camino he hecho de la auto-indagación, la búsqueda interna de la verdad, camino que se describe en las sabias palabras del poeta Rumi: “He sido un buscador y todavía lo soy, pero he dejado de preguntar a los libros y a las estrellas. Empecé a escuchar la enseñanza de mi alma.”

Hoy, más que ayer, recuerdo lo que me decía el abuelo: Nadie aprende con cabeza ajena….

jueves, 13 de septiembre de 2018

Aquel que critica se confiesa… decía el abuelo.


Vivimos en un mundo de percepciones. Todo lo que nuestros cinco sentidos nos transmiten es neutro, no tiene ningún significado. Es nuestra mente quién percibe y elabora un juicio, una interpretación y el significado es tu invento. Por esto, es que el mundo que observas es real o irreal para ti. Tú decides en que crees y en que no crees. Hoy entiendo al abuelo, porque cada que me veo criticando, juzgando o alterándome ante algo, me doy cuenta que toda esa verborrea es solo el contenido de mi mente. Mis juicios son una confesión con la pretensión de que el otro se sienta culpable y cambie, con la esperanza de que, tal vez, algún día, sea mejor persona.

Nuestras críticas, casi siempre, van acompañadas de la “noble” intención de que el otro pueda encontrar el buen camino. ¿Cómo señalarle el camino a otro, cuando ni siquiera he encontrado el mío? Aunque haya encontrado mi camino, ¿Que me hace creer que mi camino es el que el otro debe seguir? ¿Qué tal que mis verdades hayan sido, desde siempre, una mentira? ¿Has considerado esto, tan solo, como una posibilidad?

UCDM dice: “Para el ego lo caritativo, lo correcto y lo apropiado es señalarles a otros sus errores y tratar de "corregirlos"”. No es nuestra función corregir al otro, nuestra función es vernos a través del comportamiento del otro y darnos cuenta que es una proyección de nuestra mente. Le llaman la ley del espejo, lo veo allá pero lo corrijo acá. Lo caritativo, lo correcto y lo apropiado es auto-observarme para descubrir mis miedos.

Nuestras opiniones, producto de nuestra estructura de creencias, son solo la exteriorización de nuestros miedos… ¿qué tal que el mundo no sea como crees que es? De ser así, toda nuestra imagen caería, cual castillo de naipes. No lo podríamos tolerar. Por eso nos aferramos a nuestras creencias. Nuestro miedo más profundo es que, algún día, nos demos cuenta que estábamos equivocados. Nuestras propias opiniones nos empequeñecen.

En mis momentos de reflexión, cuando me permito pensar, observo en mi mente todas esas imágenes y opiniones, que yo mismo he fabricado con la pretensión de poder sostener el mundo en el que creo y, es allí, donde mis conflictos toman fuerza. Siento la necesidad de defender mis puntos de vista y de acusar a los demás por su forma de pensar. Por el contrario cuando observo sin juicios, sin pretender interpretar lo que mis sentidos perciben, desde la aceptación, allí siento paz. Me libero y libero al mundo de mis juicios y creencias. Todos pueden ser como desean ser. Tienen todo el derecho de creer en lo que han decidido creer.

Cada crítica, cada opinión solo reflejan miedos. ¿Cuáles son tus miedos? Te has preguntado ¿De qué te defiendes? Recuerdo un consejo que me daba el abuelo: “Si quieres conocer a alguien, no le preguntes a los demás que piensan de esa persona. Pregúntale a ella, que piensa de las demás personas”. Nuestras opiniones solo reflejan nuestros miedos.

¿Has observado que cuando alguien expone lo que piensa y te molestas, lo que sucede es que estás chocando contra tus propias opiniones? Le damos una calificación de malos augurios a expresiones inofensivas, que, si nos permitimos observar solo nos harían caer en la cuenta de todos los miedos y creencias que conservamos. Existen personas que le tienen agüeros negativos a los gatos negros, pasar por debajo de una escalera, al número 13, etc. ¿Qué tiene que ver un gato negro o una escalera o un simple número? ¿No será que solo hacen parte de las mil y una formas que utilizas para justificar tus miedos? Miedos que crees que tienen un fundamento en lo exterior y por lo tanto no te atreves a mirar su causa en tu interior, lo cual sería tu liberación. Es, aparentemente, más fácil seguir culpando al mundo de tus desgracias que confrontarte a ti mismo ante tus miedos y soltar las muletas con las que los sostienes.

Observa lo que te produce miedo, no te ancles a los medios o a las personas que la vida usa para mostrártelos. No juzgues lo que los demás hacen, ni los consideres como la causa de tus malestares. Cuando hagas tus observaciones te darás cuenta que son solo tus interpretaciones y creencias las que se ven amenazadas. Si les quitas ese simbolismo de realidad, desaparecerán. Solo entonces, podrás experimentar paz. Te darás cuenta que solo vivías apegado a un pasado inexistente, tratando de prevenirte de un futuro doloroso, evitando que vivieras en el único tiempo en el que vives, el momento presente. Nuestros miedos solo existen en el pasado. La incertidumbre es otra expresión del miedo ante un futuro inexistente. El momento presente es paz.

Marianne Williamson, dice en su libro Volver al amor: “Lo que más miedo nos da no es ser incapaces. Lo que más miedo nos da es ser poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta". « ¿Quién soy yo para ser una persona brillante, hermosa, dotada, fabulosa?» En realidad, ¿quién eres para no serlo? Eres un hijo de Dios, y si juegas a empequeñecerte, con eso no sirves al mundo. Encogerte para que los que te rodean no se sientan inseguros no tiene nada de iluminado. Todos estamos hechos para brillar, como brillan los niños. Nacimos para poner de manifiesto la gloria de Dios, que está dentro de nosotros. No sólo en algunos, sino en todos nosotros. Y si dejamos brillar nuestra propia luz, inconscientemente daremos permiso a los demás para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia automáticamente liberará a los demás.”

Si de verdad deseas vivir en paz, observa tus juicios y mira lo que sientes y, seguramente, descubrirás tus miedos, entrégaselos al Universo y se disolverán como llegaron, de la nada hacia la nada. Son una ilusión. Sal de tu ilusión y descubrirás que eres un Ser de Luz. Tu brillo será tan fuerte que hará brillar todo a tu alrededor.

Aquel que critica se confiesa… decía el abuelo. Has de tu critica algo consciente, de esta forma la podrás deshacer.


Oscar Marino Cruz García

jueves, 9 de agosto de 2018

Al cielo se llega en pareja… decía el abuelo.

¿Sería Roger Federer el mejor tenista de la historia sin Mirka?
La respuesta la tiene el mismo Roger… “cuando conocí a Mirka no tenía títulos, ahora tengo 91”.

La mayoría de las personas responsabilizamos a nuestra pareja de todas nuestras desdichas y fracasos. Pocos, en muy pocas ocasiones, relacionan su éxito con su pareja. Tal vez no seas un profesional “ganalotodo” del deporte, pero si revisas tu vida, es posible que hayas sido ascendido en tu trabajo, hayas recibido un aumento salarial, seas reconocido por tus proyectos o buenos resultados, hayas logrado el trabajo que siempre soñaste, te digan doctor o doctora, ingeniero o ingeniera… te has preguntado ¿Qué tanto, de esos logros, hubieses recibido sin el acompañamiento de tu pareja? ¿Qué tal que eso que crees haber logrado con tus dotes de “ganalotodo”, haya sido posible porque detrás de ti, hay una persona que con su buena vibra te apoya para que seas el ganador que el mundo reconoce?


Lo malo es responsabilidad del otro, todo lo bueno lo he logrado yo. Tenemos lo que tenemos por mi esfuerzo, por mi inteligencia. Si hubieses dicho…. Si no hubieses dicho…. Si hubieses hecho…. Si no hubieses hecho…. Si me hicieras caso… Parecen ser los axiomas del necio, que se cree autosuficiente.

Este mundo reconoce los logros individuales. Hasta en los equipos nos esforzamos por destacar “al mejor”, olvidándonos que “el mejor” solo se puede destacar gracias al trabajo en equipo. Solo si cuentas con el mejor equipo podrás lograr tu mejor resultado. En pareja funciona igual. El pretender mostrarnos como el mejor de los dos, ahoga cualquier intento de una sana relación de pareja. La razón es sencilla, tu ego te auto-reconoce al mismo tiempo que minimiza al otro. Y donde hace presencia el ego, el amor brilla por su ausencia. Aunque en nombre del “amor” pretendamos corregir al otro.


La verdadera relación de pareja se logra cuando permitimos que el amor se manifieste, sin pretensiones, sin mejoras, sin críticas, sin juicios, sin arrepentimientos, haciendo lo que me corresponde, lo que la vida me ha asignado y respetando la forma del otro. Se logra desde la gratitud si la entendemos, correctamente, como aceptación y aprecio. No puedes amar lo que no aceptas y aprecias. Aceptas cuando recibes sin juicios. Aprecias lo que valoras. Por lo tanto, agradecer es amar.


“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” 1 Corintios 13


El valor que le das a tu pareja, es el que muy en tu interior, tú mismo te das. Tu pareja es el espejo que te muestra lo que debes sanar en tu interior. Deja de intentar arreglar a tu pareja, arréglate tú y cuando te hayas arreglado, te habrás sanado, habrás sanado tu relación, habrás sanado al mundo. Lo que rechazamos en el otro, no es más que la expresión de nuestro propio miedo. Miedo a observar nuestros sentimientos, nuestros valores y nuestras creencias, toda esa estructura mental, a la que llamamos personalidad.


Nos aterroriza vernos a nosotros mismos, tal vez, porque no estamos convencidos que aquello que le mostramos al mundo sea real y no estamos dispuestos a reconocer nuestro propio error. Este miedo es un muy buen punto de partida si lo usamos a nuestro favor y no permitimos que nos paralice.


El valor que tiene tu pareja no está en lo que observas, por eso solo ves defectos, en esto tienes la razón. Su verdadero valor se encuentra más allá de lo que observas y solo lo podrás observar desde el amor. Allí es donde se encuentra y es allí donde debes observarlo. Pero mientras te niegues a observarlo y reconocerlo en ti, estarás condenado a creer que solo tu esfuerzo vale la pena, mientras te sigue conduciendo por el camino del dolor, la repetición, la insatisfacción, la carencia y la infelicidad.


A nada le tenemos tanto miedo como al amor, porque hemos construido nuestra propia definición y es esta la que nos ha llevado por el camino del sufrimiento. Permítete fluir con la vida y el verdadero Amor y cuando sea el momento podrás afirmar:


Al cielo se llega en pareja… decía el abuelo.


Oscar Marino Cruz García@OmOscarMarino



lunes, 23 de julio de 2018

Quién puede con el que ya camina… decía el abuelo.


Más que un refrán del abuelo, parecería ser la expresión de Dios ante la idea, de algunos, cuando afirman que Dios es creación del hombre.

Saltator Pío-Judío
Saltator Striatipectus
De muchas formas hemos construido nuestra identificación personal. Imagen a través de la cual nos damos a conocer ante el mundo y con la cual éste nos identifica. Al ser nuestra construcción, la defendemos contra viento y marea y, dedicamos muchos recursos en su construcción y defensa, pretendiendo perpetuar su existencia. Esto, nos hace creer que somos el producto de nuestros pensamientos, y desde cierta perspectiva lo es, pero no lo es. Es una ilusión, una creencia nuestra. Es tan incoherente este sistema de pensamiento que, nos hace creer que somos los creadores de nuestro mundo y, aun así, nos sentimos sus víctimas. Pero, si así lo crees, está bien. Tal vez, algún día, lo quieras revisar.

Cuando estamos frente a un par de alternativas y escoges una, automáticamente rechazas la que desechaste.  Esto nos hizo olvidar nuestra Fuente cuando decidimos fabricar nuestro mundo, apoyados en diversas teorías, del tipo: “Piénsalo y lo harás realidad”. “Eres el creador de tu mundo”. “Yo puedo, yo lo logro”. Nos embarcamos en una nave de ilusiones destinada al naufragio, creyendo en la perfección de nuestro océano de fantasías. A tal punto, que le pedimos ayuda a Dios pero, le decimos como debe hacerlo. Y le damos fuerza a un dios inventado por nuestras propias creencias, necesidades y cumplidor de nuestras expectativas.

Desde nuestro rol de hijos hemos vivido esta enseñanza del abuelo. Hasta cierta edad, los mandatos y consejos de nuestros padres significaban el camino a seguir, sin cuestionamientos, con la certeza de la experiencia de los viejos. Hasta que un día, nos permitimos cuestionar esa certeza y empezamos a tomar distancia. No fue una separación física, sino una decisión mental de asumir que teníamos la autoridad de guiar nuestras vidas. Pero lo hicimos desde el rechazo y todo aquello que hacemos desde el rechazo, trae una carga emocional de culpa y miedo.

¿Cómo es nuestro mundo actual, producto de nuestras decisiones “separatistas”? ¿Cuál es el que observas?, Creo que vivimos en un mundo de sufrimiento, tal y como afirma Kenneth Wapnick: “Este mundo, que como infierno, es un estado de separación de Dios en el que parece que se nos castiga todo el tiempo por nuestros pecados.”

Como lo dije anteriormente, afrontamos nuestras decisiones para mejorar, pero lo hacemos desde el rechazo y esto nos genera culpa. Y como no estamos dispuestos a asumirla, la proyectamos en los demás haciéndolos culpables de nuestros sufrimientos, viviendo con miedo una vida que se encarga de mostrarnos lo que nuestra mente conserva como si fuese su más reluciente creación. Pero no nos damos cuenta de ello, porque nuestros juicios “acertados” son el arma de nuestra propia autoría basada en el miedo.

UCDM afirma que: “El problema de la autoridad. Ésta es la raíz de todo mal. El problema de la autoridad es en realidad una cuestión de autoría. Cuando tienes un problema de autoridad, es siempre porque crees ser tu propio autor y proyectas ese engaño sobre los demás. Percibes entonces la situación como una en que los demás están literalmente luchando contigo para arrebatarte tu autoría. Éste es el error fundamental de todos aquellos que creen haber usurpado el poder de Dios.”

Podríamos resumir que los problemas que tiene nuestro mundo es un problema de autoridad, como producto de nuestra mente egoica de usurpar la autoridad de Quien realmente la tiene. Le hemos otorgado la autoridad a nuestra mente egoica y materialista conduciéndonos hacia un mundo de placer. Mundo ilusorio de justificaciones, gracias a los medios utilizados para lograr nuestros propósitos mezquinos y que nos enreda en esperanzas de logros efímeros que solo conducen al sufrimiento.

Confiamos que alejarnos de aquello que nos genera dolor sea la solución a nuestros males, porque creemos que allí está la causa. Desafortunadamente, nuestros procesos “separatistas” los hemos hecho desde el rechazo, conduciéndonos por un camino de experiencias repetitivas de dolor y desprecio. Pero, cuando nuestra “separación” la hacemos desde la aceptación de lo recibido, se genera un proceso de transformación que, para mí, es lo que hace la diferencia. Dejé de llamarla separación porque realmente es una transformación. Transformo, cuando tomo mis circunstancias con aceptación y gratitud, y desde mi función en este mundo, lo hago extensivo para los demás. Y me doy cuenta que todo era solo una ilusión. Lo que necesariamente me conduce a un estado de paz que me recuerda mi Fuente y me sumerge en la Unidad.

Cuando el abuelo observaba mi actuar desde mis erradas decisiones “separatistas”, solo afirmaba: Quién puede con el que ya camina…, hoy lo percibo como un augurio de sufrimiento, con la sapiencia que su trasegar por la vida le otorgaba cuando observaba mis decisiones tomadas desde el rechazo, la ira y la culpa. Y por juzgar a los demás, la gran ausente en ese proceso era la lección que debía aprender. La oportunidad que me ofrecía la vida para, esta vez, tomar la decisión correcta.

Desde la quietud de la mente y la auto-indagación podemos ver el dolor que desde nuestro interior emerge al señalar a los demás y, desde esta observación, el dolor desaparece como lo que siempre fue, una ilusión. La paz será el indicador de tu proceso de sanación.


Oscar Marino Cruz García
@OmOscarMarino

miércoles, 27 de junio de 2018

Dime con quién andas y te diré quién eres… decía el abuelo.

Barranquero
Momotus Aequatorialis

Siempre que escuchaba este refrán del abuelo, pensaba que se estaba refiriendo a las personas con las que compartía mis experiencias de vida y la forma en que podrían influir en mis comportamientos. Hoy, lo entiendo desde una perspectiva más amplia y deseo compartirlo contigo. Recuerda, no tenemos que estar de acuerdo.

No siempre estamos en compañía de personas y aun estando en su compañía y la influencia que puedan generar en nosotros, hay algo que siempre nos acompaña y es finalmente, lo que determina nuestro comportamiento. Es nuestro sistema de creencias, el que nos da una identidad ante el mundo. Creencias que nos potencializan o que nos invalidan. Creencias que nos definen y determinan nuestro trasegar por la vida. Lo que nos confunde y no nos permite darnos cuenta de su influencia, es la forma en que estas se manifiestan.

Las creencias, desde la oscuridad de nuestra mente, emergen con forma de personas o circunstancias y creemos que son estas el origen de nuestras desdichas. Culpamos al mundo por todos nuestros infortunios y nos desgastamos para que sea diferente, con la esperanza de que su cambio será, por fin, el origen de nuestra felicidad. Es por ello, que buscamos un mejor mundo, un mejor trabajo, un mejor padre, una mejor madre, una mejor pareja, un mejor hijo, etc., y lo asumimos como una promesa que nos merecemos, desde el rechazo a lo que el presente nos ofrece. Promesa que fabricamos y proyectamos fuera de nosotros, responsabilizando a otros por su realización. Esto nos enfrenta a dudas existenciales.

Cuando el mundo cambia o nuestras circunstancias cambian o afloran nuestras creencias; nuestros sentimientos parecen cambiar y pasamos del amor al rechazo. No han cambiado, simplemente, no sentíamos lo que creíamos sentir. Algunos de nuestros sentimientos, son solo muestras de lo que deseamos ofrecer al mundo, ya que de alguna forma todos queremos mostrarnos como buenas personas. Pero, nuestras creencias nos dominan y están en nuestra mente más profunda, en “el lado oscuro de nuestra mente”, decía Carl Jung. No somos conscientes de ellas, solo vivimos su efecto, casi siempre con dolor. Y aferrados a nuestra certeza de víctimas, nos atrevemos a querer “mejorar” a los demás, porque es el otro el que debe cambiar. Nos creemos con la misión especial de arreglar al mundo y a todo su contenido. Logrando, solo, darle un impulso más a la rueda del hámster. Finalmente, somos lo que creemos, pero no lo podemos aceptar porque alguien allá afuera debe estar equivocado. Es el argumento de nuestro sistema de creencias, le llaman ego.

Recuerdo a J. Krishnamurti cuando afirmaba: “La causa primaria del desorden en nosotros mismos es la búsqueda de la realidad prometida por otros.”  Promesa que es proyectada por nuestra mente. La fabricamos y buscamos un responsable que la haga realidad. Nuestro estado de paz depende del comportamiento de los demás, bajo ciertas circunstancias deseables. En un principio la magia del mundo que hemos inventado, nos hacer ver que todo es posible, que aquello que nuestra mente visualiza se hace realidad y nos sentimos en “el paraíso”. Pero la vida tiene otro propósito, poner frente a nosotros a las personas y circunstancias necesarias para que descubramos todas nuestras creencias. Creencias que se han convertido en dolores emocionales, porque nos impiden vivir una vida plena, en paz, mientras continuamos culpando al mundo, a las personas y a las circunstancias. Tal vez, si algún día empezamos a cuestionarlas...

No te preocupes tanto por lo que ocurre a tú alrededor, preocúpate más por lo que ocurre en tu interior.”  Nos dice Mary Frances Winter. Solo una mirada hacia nuestro interior nos permite darnos cuenta que la causa que vemos allá afuera, está en nosotros y que si transformamos nuestras creencias encontraremos ese verdadero Yo, que solo transmite paz.

Santo Tomás, dijo: “Si llamas hacia afuera lo que está dentro de ti, te salvará. Si no llamas hacia afuera lo que está dentro de ti, te destruirá.”  Son nuestras creencias la causa de nuestras circunstancias y del tipo de relaciones que tenemos. Pero el primer paso es permitirnos dudar, la duda razonable, decía Descartes. Cada que le damos validez a nuestro sistema de creencias, lo estamos radicalizando con más fuerza en nuestra mente y la vida se encargará de darte las oportunidades necesarias (en ocasiones dolorosas) para que te des cuenta de ello. ¿Sabías que has intentado salir del estado en que te encuentras rechazando lo que la vida te ofrece, juzgando, sintiendo miedo, culpas, repitiendo episodios? ¿Realmente lo has logrado? Si la respuesta es afirmativa, ¡felicitaciones!!! Estás en el camino correcto.

Yo, en cambio, sigo auto indagando desde mi interior, cuestionando cada una de mis creencias, convencido de que no me hace daño lo que me hace falta, sino la creencia de que lo necesito. Descubriendo que fuera de mi no existe nada que pueda hacerme daño. Que es el apego a mis creencias la causa de mis sufrimientos y observarlas desde la quietud de mi mente, sin juicio, sin culpa, sin miedo, hará que se desvanezcan tal y como llegaron, como una ilusión creíble de algo que no existe. Agradezco a las personas a mí alrededor, son personas maravillosas con la función especial de apoyarme en este proceso de sanación. Paso a paso voy con la certeza de que con la guía de mi Maestro Interior lograré estar en paz. Con la certeza de que la Paz la logra aquel que despierta del sueño ilusorio que este mundo nos ofrece mediante sus efímeras apariencias.

Que la actitud de otros no cambie tu corazón.

Dime en que crees y te diré quién eres… diría el abuelo.

Oscar Marino Cruz García

miércoles, 23 de mayo de 2018

El remedio fue peor que la enfermedad… decía el abuelo.


Tal vez no te ha sucedido, yo si lo he vivido muchas veces en mi vida. En circunstancias difíciles y luego de muchos análisis y verificación de múltiples informaciones, tomo una decisión y al cabo de cierto tiempo, estoy en la situación inicial o peor.

Asoma Terciopelo
Ramphocelus Dimidiatus
Siempre, en todo lo que emprendemos andamos en búsqueda de la felicidad. Es como nuestro propósito natural y de lo cual estoy convencido. Pero, partimos de varios errores y para resaltar dos. Uno, rechazamos lo que la vida nos ofrece en el momento presente, lo que nos conduce al segundo error y es creer que nuestra felicidad es un objetivo a alcanzar allá afuera, en otra persona, en una profesión, en un negocio, disfrutando de llamativas marcas, comiendo en los mejores restaurantes, rodeado de determinadas circunstancias estables y controladas, teniendo plata, etc. Y, desde este error, establecemos relaciones hacia el logro de esa tan anhelada felicidad. Felicidad efímera, que llega y se va y que, finalmente, no transmite paz. Por eso, hoy le llamo placer, porque es efímero. Y así, andamos solucionando efectos sin siquiera considerar la causa.

Al establecer relaciones, las personas creen tener claro el para qué lo hacen y con el tiempo, al no encontrar felicidad, piensan que se han equivocado de relación. Y continúan, desde la certeza de su ignorancia, la búsqueda de la felicidad. Es un error pensar que nuestra felicidad depende de tener la razón y es solo cuestión de ver nuestras deterioradas relaciones.

Nos relacionamos con la firme certeza de haber encontrado el vehículo hacia la felicidad y en el camino no nos sentimos felices. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué parte del libreto nos cambiaron?

Hoy creo ver una luz que me lleva hacia la respuesta y, tal vez, apunta a que las relaciones las establecemos desde nuestra caja de creencias. Creencias basadas en un estado de carencia emocional adquirido desde épocas remotas y debidamente apoyado por todo un sistema familiar, educativo, social, profesional, colmado de expectativas ajenas que nos llevan a vivir una vida plagada de satisfacciones para otros y un costo de insatisfacción interior muy alto. Pero, la Vida en medio de su inmensa Sabiduría no olvidó lo que debemos aprender y nos rodea de todo lo necesario para que podamos darnos cuenta del aprendizaje, o mejor, del deshacimiento de nuestro sistema de creencias y recordar nuestra esencia. Para eso es que nos relacionamos. Por eso es que, en muchas corrientes de pensamiento, se nos dice que el otro es el espejo en el que te miras. Observas allá pero corriges acá… diría el abuelo.

La vida se ha encargado de mostrarme el verdadero propósito de las relaciones. ¡Despertar mi consciencia! No se trata de que las personas hagan cambios en sus formas para encajar en las mías o al contrario. Solo es cuestión de aceptarlas y desde la aceptación me libero de la carga emocional que me genera el rechazo continuo de lo que el momento presente me ofrece. ¿Qué te hace creer que tu forma de ver la vida, es lo que el otro necesita?

La otra noche, viendo un programa de televisión llamado “milagros médicos”, se narraba el caso de una niña de 6 años, en peligro de muerte, hija de un sacerdote. Este debía viajar, por varios días, larga distancia para cumplir un compromiso, impostergable, de su iglesia y se encontró ante la duda. ¿Viajar o acompañar a su hija en su delicado estado de salud enfrentando una muerte casi segura? Al hacer sus oraciones, en su mente, escuchó una voz que le dijo: “Ocúpate de Mis asuntos que, Yo me ocuparé de los tuyos”. Retomando su fe, no lo dudó, habló con su esposa, se despidió de su hija y tomó camino hacia las cosas de Dios. Al segundo día de su viaje, su esposa le llamó para informarle que su hija había despertado del coma. La niña se recuperó totalmente, a pesar de que su hígado se había destrozado debido a una intoxicación. Lo que llamó mi atención no fue la fe del sacerdote, parece obvio que debía tenerla, tampoco fue la voz que escuchó con aquel mandato, lo que llamó mi atención fue la fe de su esposa. Ella no escuchó la voz en su mente, ella le creyó a su esposo. Fe es certeza. Nuestras relaciones deben tener un alto contenido de fe. ¿Tus relaciones están basadas en la confianza o en la desconfianza? ¿En la aceptación o en el deseo de que el otro cambie? ¿Dónde pones tu fe?

En ocasiones nos encontramos en circunstancias que parecen no tener solución, pero UCDM nos enseña a plantearnos lo siguiente: "¿Para qué? Ésa es la pregunta que tú tienes que aprender a plantear en relación con todo. ¿Qué propósito tiene esto? Sea cual fuere, dirigirá tus esfuerzos automáticamente. Cuando tomas una decisión con respecto a un propósito, tomas una decisión con respecto a los esfuerzos que vas a llevar a cabo en el futuro. Y esta decisión permanecerá en vigor a menos que cambies de parecer.”

Hacernos la pregunta correcta, ¿Qué propósito tiene esto?  Nos permite abrir nuestra mente a la Luz. Dejamos de recurrir a nuestro sistema de creencias para buscar la corrección y nos abrimos a la Sabiduría del Creador para hallar la lección que debemos aprender, el propósito. Pero, me excuso por la insistencia, debes hacerte la pregunta, esta es la forma en que pones en jaque a tu sistema egoico sabelotodo para, así, descubrir un nuevo mundo. ¡Cuestiónalo y tu ego se derrumbará!

El remedio fue peor que la enfermedad… decía el abuelo, esto resuena en mi mente cada que me encuentro frente a mis soluciones fallidas y con la certeza de mis seis semestres en la san marino.

Hoy, cada día al levantarme, le pido al Universo me guíe, para que sobre mis dudas me muestre el camino, con la certeza de que encontraré paz.

¿Qué quieres que haga?
¿Adónde quieres que vaya?
¿Qué quieres que diga y a quién?
UCDM


Oscar Marino Cruz García
Coach Espiritual

domingo, 6 de mayo de 2018

En boca cerrada no entran moscas… decía el abuelo.


El hábito del silencio parece que hubiese sido destinado para aquellos dedicados a una vida de renuncia a lo mundano y, tal vez por esa razón, tan ajeno a las personas del común.

 Tuve la maravillosa oportunidad de participar de un retiro para aprender la práctica de la meditación Vipassana, diez días de votos de silencio que, al menos, me permitió entender que el silencio es mucho más que simplemente cerrar la boca.

Parafraseando al abuelo cuando afirmaba que en boca cerrada no entran moscas, encuentro una profunda utilidad para evitar la emisión de juicios y así evitar que ingresen a la boca las moscas de las culpas proyectadas. Siendo más profundo y, por lo tanto, más respetuoso con la enseñanza del abuelo, cerrar la boca es una invitación al silencio. Un silencio que practicado desde el alma, nos lleva a esa conexión con lo Eterno. Entiendo el silencio como aquel estado de no juicio y total aceptación del momento presente, sin diálogo interno.

Nada más errado que asociar la práctica del silencio con la ausencia de ruido. Por el contrario, veo al silencio como la no interferencia de la realidad, con mis ruidos. Todos los estímulos que recibimos del entorno, nos generan percepciones. Interpretaciones muy acordes con nuestras creencias que, básicamente, nos conducen a reafirmar la realidad en la que creemos. Esto nos conduce a una creencia absoluta en lo que el mundo nos refleja y nuestra mayor dificultad es que no nos atrevemos a cuestionarla. Creemos que es real porque la vemos, sin darnos cuenta que es real porque la proyectamos. La fuente de la fabricación del mundo que vemos, es nuestra propia mente, pero queremos seguir creyendo que lo que vemos es producto de otros.

La práctica del silencio genera grandes beneficios. Uno de ellos es que te des cuenta de tus propios ruidos mentales, es tu mente la que genera todos esos ruidos. Escucha tu mente.

Cuando alguna persona comete algún “error”, ¿Qué te dice tu mente?
Cuando alguien piensa diferente a tu forma de pensar, ¿Qué te dice tu mente?
Cuando alguien viste de forma diferente a tu forma de vestir, ¿Qué te dice tu mente?
Cuando te miras al espejo, ¿Qué te dice tu mente?
Cuando tus expectativas no se cumplen, ¿Qué te dice tu mente?
Cuando la vida te presenta momentos de dolor, ¿Qué te dice tu mente?
Cuando la vida te presenta momentos de placer, ¿Qué te dice tu mente?

Escucharnos, es un gran paso que damos hacia nuestro auto-descubrimiento, es allí cuando empezamos a descubrir aquello que sentimos y, que, con frecuencia, contiene emociones producidas por creencias heredadas, por recuerdos de un pasado que no existe. Escucharnos nos permite descubrir que somos consciencia. Escucharnos nos permite descubrir que todo lo que considerábamos externo a nosotros, son expresiones de nuestra propia creación mental.

UCDM, dice: “El milagro llega silenciosamente a la mente que se detiene por un instante y se sumerge en la quietud.” Aquietar la mente es sinónimo de silenciar la mente, significa una mente sin juicio y, desde esa quietud extender amor hacia los demás. Es una conexión desde el Ser hacia el ser. Pero recuerda, no puedes dar de lo que no tienes. Entonces, se hace obligatorio darte cuenta de tus propios ruidos mentales y así, al descubrirlos, podrás conservarlos o deshacerte de ellos conscientemente. Tus creencias persisten porque te son útiles. ¿Hasta cuándo? Tú lo decides.

Cerrar la boca es un buen comienzo para descubrir todo lo que tu mente produce con cada acontecer diario. Luego extiendes ese silencio para descubrir tus emociones y allí encontrarás la utilidad del ruido que produce el mundo. Entonces, dejas de rechazarlo y lo aceptas como un maestro que guía tu aprendizaje. Y cuando el silencio llegue a tu mente el sufrimiento desaparece porque te has dado cuenta que nunca existió, esto es consciencia, porque En boca cerrada no entran moscas… decía el abuelo.

sábado, 17 de marzo de 2018

El hábito no hace al monje… decía el abuelo.


Es muy valioso para algunas personas cambiar comportamientos que, de una u otra forma, creen que les ha generado dificultades en la vida. Pero no crea que, al haber cambiado su conducta, ha sanado la causa que la generó. Ésta seguirá presente y su propia mente utilizará los recursos necesarios para recordarle aquello que no ha sanado. Los cambios son solo externos, busca la transformación que brota desde tu interior y encontrarás paz.

Cuando percibo que lo que me molesta, no está en el otro, sino en mí, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando dejo de ver la culpa en el otro y asumo mi responsabilidad, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me permito dudar de mi certeza, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta de mi papel de víctima, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta que la comodidad material, no es el resultado de mi “gestión espiritual”, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta que nada vino para fastidiarme, que todo vino para transformarme, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando dejo de buscar cambios en mi condición externa en busca de mi felicidad, allí empieza mi verdadera transformación.

Sí, algunos cambios externos te acercan a la paz, pero no son la Paz. No te confundas. Busca en tu interior, allí están las respuestas, tus respuestas. Recurre a la auto-indagación ¿Cuál es el propósito de lo que estoy viviendo? Y permite que tu Ser Superior te de la respuesta.

Es muy frecuente que le planteemos a dios nuestros problemas y que además le mostremos la forma en que nos los debe solucionar. Estamos tan convencidos de la claridad con que creemos haber identificado nuestros problemas que no solo le marcamos la pauta a dios, sino que desgastamos relaciones y muchos años aplicando soluciones poco o nada efectivas. Y al no encontrar paz, seguimos generando cambios externos, y aplicamos la misma solución, con la esperanza de un … ¡¡Ahora sí!! Y al poco tiempo nos damos cuenta que seguimos en lo mismo.

Esto me hace recordar la reflexión de Kenneth Wapnick: “Nos estamos volviendo más y más sofisticados en la solución de nuestros problemas, lo cual significa que el ego se está tornando más y más sofisticado en la fabricación de los mismos. Y esto jamás termina. Lo único que termina todo el ciclo es perdonar. Es por eso que hoy día aún estamos peleando las mismas guerras que peleábamos hace siglos y milenios.”

Otra de las situaciones que me hace recordar lo que decía el abuelo, es a lo que suelo llamar emplasto espiritual. Con esto me refiero a aquella actitud, que suelen tener algunas personas que comienzan a recorrer algún camino espiritual, de hacer como que todo va bien. Levitan. Y no es que realmente vayan bien las cosas. Es una negación de su propia culpa, una negación a tomar la responsabilidad de su vida, para entregarle las cosas a un dios fabricado mediante rituales mágicos, rechazando el verdadero poder que Dios le dio, el cual no requiere de nada externo.  Uno no puede trasformar el sentimiento acerca de algo si se niega a aceptar lo que realmente siente.  Esta vida nos conduce por caminos dolorosos para que nos demos cuenta de nuestros juicios, nuestros sentimientos y afrontarlos para alcanzar la paz. No funciona haciendo como que todo está bien, repitiendo palabras o frases, que resuenan bonitas, pero que carecen de honestidad. Es una negación y nos conduce a buscar culpables allá afuera. No coloques emplastos espirituales sobre tus heridas, por el contrario, descúbrelas, obsérvalas, acéptalas, entrégaselas al Poder Superior y sanarán. Es la expresión más grande de amor por ti mismo hacia el logro de tu paz interior.

En mis conferencias suelo plantear, a las personas, lo siguiente: Para pararte de una silla, debes hacer varias cosas, ¿cuál es la primera? Antes de seguir la lectura piensa en la respuesta.

Normalmente las personas me responden que lo primero es tomar la decisión y luego ejecutar la acción. Parece una respuesta acertada. Pero no, lo primero que debes hacer es darte cuenta que estás sentado, parece muy obvio, ¿verdad? Debemos ser conscientes de lo que sentimos para poder ser libres de tomar la decisión de soltarlo. A esto se refería Jesús, cuando dijo: “Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.” Mientras no seas consciente de tu sentir en el momento presente, seguirás esclavo de las circunstancias y buscando culpables de lo que te sucede, creando una realidad virtual con nubes de algodones. Mientras no seas consciente de que estás sentado, creerás que esa es tu posición natural. Por eso es que observamos a tantas personas, incómodas con su sufrimiento, pero con la creencia de que es normal, entonces, se adaptan a vivir una vida sufrida. Querrás correr y harás lo que crees necesario, pero seguirás sentado. Querrás volar y harás lo que crees necesario, pero seguirás sentado. Tienes que cuestionar tu realidad para que descubras que hay otra Realidad.

Abandona la lucha infructuosa de cambiar tus condiciones externas en búsqueda de tu paz. Deja de rechazarte a ti mismo, a los demás, a aceptar a unos y a excluir a otros, a rechazar tus circunstancias y anhelar otras, experimenta lo que la vida te ofrece en el momento presente y recuerda que El hábito no hace al monje… decía el abuelo.

Oscar Marino Cruz García

martes, 20 de febrero de 2018

De tal palo tal astilla… decía el abuelo.

Expresión que usaba para referirse a alguien que repetía comportamientos observados en otra persona de la familia. Hace algunos días estuvo en cartelera la película Coco. Nos muestra la forma en que influye en nosotros las decisiones “desacertadas” de nuestros ancestros, y la carga emocional que llevamos debido ello, pero lo más importante, es que nos da una pista para salir de semejante embrollo en el que nos “metieron”.

La Biblia dice: "Castigaré los pecados de los padres hasta la tercera y cuarta generación", es una aseveración cruel, por parte de un dios castigador… ¿Qué responsabilidad tengo por decisiones tomadas por personas que ni siquiera conocí? Creo que la pregunta es válida, al menos para una reflexión. Cuando permití en mi mente esta perspectiva, tuve una sensación dualista. La primera es que alguien era responsable de mis circunstancias actuales. Lo segundo, por el contrario, era sentir gratitud por mis ancestros, pues gracias a ellos yo estaba en este mundo. ¿Cómo sentir verdadera gratitud, por alguien que juzgo como el responsable de mis circunstancias?, ahora entiendo por qué mis oraciones solo me daban tranquilidad sin sentir una paz verdadera.

UCDM dice: “Para el Espíritu Santo, la frase significa que en las generaciones posteriores Él todavía podrá reinterpretar lo que las generaciones previas habían entendido mal, anulando así la capacidad de dichos pensamientos para suscitar miedo. El perdón no es piedad, la cual no hace sino tratar de perdonar lo que cree que es verdad. el perdón no establece primero que el pecado sea real para luego perdonarlo. Nadie que esté hablando en serio diría: "Hermano, me has herido. Sin embargo, puesto que de los dos yo soy el mejor, te perdono por el dolor que me has ocasionado"”.

Observando con detalle la película, cuando Miguel se encuentra con su tatarabuela, le lanza una frase concluyente: “…tú ya viviste tu vida, permite que yo viva la mía”.  Una decisión, solo una decisión es suficiente para que la Vida nos ofrezca lo necesario para hallar la verdad. En otras palabras, es permitirnos ver las cosas de otra manera. El drama nos cuenta del rechazo heredado hacia un miembro de la familia por una decisión tomada. El rechazo, es un juicio que hacemos sin tener la información completa y verdadera de los hechos. Y lo perpetuamos al adherimos al juicio de otros, sin permitirnos conocer la verdad. Fuera del contexto de la película y haciendo referencia a la vida real, no solo heredamos hechos dolorosos, existen éxitos que nos dejan el sinsabor de que “algo me hace falta”, y esa sensación de estar incompletos nos genera estrés existencial. Finalmente es lo mismo, diferente forma mismo dolor, nada es completo, porque buscamos en el otro la causa que solo existe en tu interior.

Por otra parte, la película nos recuerda la importancia de la familia, del amor filial. Desafortunadamente, lo que hoy vemos son familias separadas por el dolor, el éxito, resentimientos, enfermedades, dinero, creencias religiosas, dependencia emocional, etc., y lo curioso de todo es que vamos tratando de convencer, unos a otros, para que se sumen a nuestras creencias (dolores) y cual equipo de futbol buscamos personas que se adhieran a nuestro club de fans. La filiación es una estructura que nos refleja todo aquello que debemos sanar y nuestro error es ver el error en el otro. Recurrimos a la oración como el medio de ayudar al otro y si consideras que debes hacer oración para alguien, te garantizo que debe ser para ti mismo, para nadie más. Solo tú necesitas la guía de Dios para que te ayude a cambiar la percepción con que observas lo que sucede a tu alrededor, de tal forma, que dejarás de ver la paja en el ojo ajeno y podrás observar la viga que tienes en los tuyos. Si existe alguien en ilusión, ese eres tú.  Asume la responsabilidad de tu vida.

UCDM dice: “Respondes a lo que percibes, y tal como percibas así te comportarás. La Regla de Oro te pide que te comportes con los demás como tú quisieras que ellos se comportasen contigo. Esto significa que tanto la percepción que tienes de ti como la que tienes de ellos debe ser fidedigna. La Regla de Oro es la norma del comportamiento apropiado. Tú no puedes comportarte de manera apropiada a menos que percibas correctamente. Dado que tú y tu prójimo sois miembros de una misma familia en la que gozáis de igual rango, tal como te percibas a ti mismo y tal como lo percibas a él te comportarás contigo mismo y con él. Debes mirar desde la percepción de tu propia santidad a la santidad de los demás.”

Vive tu vida, escucha tu corazón y permite que Dios te guíe. No continúes perpetuando creencias de dolor y sufrimiento, creencias que no son tuyas y que te llevan a tomar decisiones equivocadas. Nuestros ancestros tomaron las decisiones que sus niveles de consciencia les permitieron. Decisiones acertadas para ellos, en su momento, porque así lo creyeron. Tu nivel de consciencia es diferente, por lo tanto, debes tomar decisiones diferentes. Pero, recuerda, que para tomar decisiones diferentes se requiere un cambio de percepción. La oportunidad que nos da la Vida de vivir, aparentemente, historias repetidas, de fracaso o éxito impregnadas de dolor, es porque tienes la responsabilidad contigo y tus ancestros, de cortar esos lazos de sufrimiento e interrumpir su continuidad.

Una forma de hacerlo para encontrar respuestas es la auto indagación. Pregúntate… ¿Para qué estoy viviendo esto? Examina el problema, pide la respuesta, y cuando te llegue, acéptala.

Ver el pecado del otro es aferrarnos al sufrimiento. Es desafortunado ver como las personas son empáticas con los demás, desde el sufrimiento, desde el victimismo, sin ser conscientes que ésta, mal llamada empatía, nos conduce a perpetuar el dolor. El verdadero amor no es corregir el aparente error del otro, es acogerlo, aunque crea que se ha equivocado. El verdadero perdón es darnos cuenta de que no había nada que perdonar, solo aceptar. El sufrimiento tiene su bondad y es que nos hace sentir de que debe haber otra forma de vivir y, si lo permitimos, despertar desde nuestro interior el sentimiento de amor, sentimiento que siempre ha estado allí. Y como en la película, solo basta un recuerdo de amor, para que el amor se manifieste. Hoy desde una nueva percepción puedo afirmar...  Soy Amor, porque soy hijo del Amor. De tal palo, tal astilla…. Decía el abuelo.

Oscar Marino Cruz García

Coach Espiritual

lunes, 22 de enero de 2018

Confunde y reinarás… decía el abuelo

Esta sociedad nos ha hecho creer que la inteligencia, especialmente la financiera, es lo que determina nuestro bienestar. Y este parece ser el corolario de un mundo que nos invita al placer de lo efímero. Nos han dicho lo que debemos estudiar, lo que debemos comer, lo que debemos hacer para divertirnos, lo que debemos vestir y todo aquello de lo que debemos quejarnos. Todo un sistema de creencias anclado en nuestro miedo a ser libres, con la “esperanza” de ser felices algún día. ¿Recuerdan la película Los juegos del hambre? Ni más ni menos. Pero esto no es lo más grave, lo grave es que ni siquiera visualizamos la posibilidad de salir de esa, nuestra caja de creencias. Vivimos encerrados en una caja (mundo) de creencias “normales” para personas “normales”.

Mientras vivamos con la creencia de que todo esto es real, es como vivir en un sueño y despertar será una utopía. Allí nos sentimos seguros, porque el sufrimiento nos hace sentir parte del sistema. En un bienestar establecido por unos para otros. A esto lo llamamos una vida de éxito.

Un Curso de Milagros nos enseña las leyes del caos (ego), las cuales te quiero compartir:
La primera ley caótica se refiere a que la verdad es diferente para cada persona. Esto solo fomenta la división entre nuestra sociedad, nuestras familias. Nos conduce a intereses separados para defender unos aparentes ideales, un apellido, unas fronteras, una bandera, un color, un equipo de futbol, una estratificación económica, etc. Por lo tanto, vivir es una continua lucha por la supervivencia, es la ley del más fuerte. ¿Cuál es la verdad que defiendo? ¿Vivo anclado a mis conceptos? ¿Excluyo a aquel que piensa diferente?

La segunda ley del caos, dice que no hay nadie que no peque. Se refiere a que “todos hacen lo mismo”, es la forma en que justificamos permanecer dentro de la caja. Justificamos nuestros comportamientos, con los comportamientos de los demás. Es “normal”, todos lo hacen. Nos creemos de “mejor familia” y esto nos hacer creer que las formas que usan los demás para manifestarse son equivocadas, las mías se justifican ante el proceder ajeno. Mal de muchos, consuelo de tontos… decía el abuelo. Mientras todos hagamos lo mismo, creemos estar en lo correcto, pero condenados al sufrimiento.

La tercera ley del caos, nos inventa a un dios castigador. Un dios fomentado por grupos sociales, religiosos y políticos, o lo que es peor, por la simbiosis de estos grupos. La corrección se convierte en un mito y lo que la voluntad de ese dios dispone es la venganza, no el perdón. Parece que, en medio de nuestras desgracias, Dios se hubiese olvidado de nosotros. Este mundo no tiene salvación, es una afirmación muy común. Y hasta que cuestiones tus creencias, esta afirmación es real. Que complejo es poder aceptar la idea de que este mundo es una manifestación de mis pensamientos. Si quieres que el mundo cruel que observas cambie, debes primero cambiar tus crueles pensamientos y no esperar a que tu dios decida salvarte. ¿Qué tal que el dios en el que has creído no exista? Asume tu responsabilidad.

Y la cuarta ley del caos se refiere que, para poder sobrevivir en este mundo, alguien tiene que perder para que otro pueda ganar. Por lo tanto, lo más útil es que mire a los demás como a un enemigo. Dar es perder, compartir no es posible, el otro debe desaparecer. Le dicen “ser competitivo”. Por lo tanto, se nos incentiva desde todos los ámbitos, a ser competitivos como una clave para ser exitoso. Éxito que una vez logrado se nos muestra como algo vacío e inerte ante el desastre que hemos dejado atrás. Pero, para tranquilizar nuestra consciencia, damos cosas y/o emociones a otros, reconociéndolo como alguien inferior que requiere de mi ayuda o de mi “amor”. ¿De verdad crees que a esto se refería Aquel que dijo: “Dad y recibiréis”?

Este es el sistema en el cual el ego nos tiene inmersos viviendo una vida de confusiones, en una gran ilusión, en un sueño profundo del que aún no despertamos. En un estado de confort desesperante, pero sin realmente desear salir de allí. ¿Recuerdas la historia del perro sentado en un clavo?

Cuentan que un hombre tenía un perro sentado en el piso de madera de su casa... Con la particularidad que cada vez que el perro se movía, se quejaba. Un hombre que pasaba por el lugar se extrañó al ver al perro sentado, molesto y aullando cada vez que hacia determinado movimiento. Así que decidió preguntar...
- ¿qué le pasa a tu perro que se queja de esa manera?
- Ahhhhh es que está sentado sobre un clavo y cada vez que se mueve le duele.
- Bueno ¿y por qué no se corre?
- Porque "le duele lo suficiente como para quejarse, pero no lo necesario como para cambiar de lugar".

Cuando fijes tu atención en tu sentir, en lo que la vida de muestra en el momento presente, estarás dando un paso enorme para despertar. Salir de tu aparente normalidad, cuestionando tus creencias, es necesario para lograr eso que tanto persigues y que ni siquiera sabes de que se trata, aunque lo llames felicidad.  La auto-indagación te conduce a encontrar las respuestas. Aquieta tu mente, pregunta y la Vida te dará las respuestas.

Y cuando tu dolor (incertidumbre, vacío interior) sea lo suficiente como para que empieces a dudar de tu “normalidad”, estarás a un paso de ser libre, de salir de la caja. Empieza a dudar del mundo que ves, de lo que tu personaje te dice, de tus propias creencias, deja a un lado tu certeza. No permitas que el mundo te siga diciendo que lo que vives es normal o que es anormal, o que la vida es así, abandona la confusión. Siempre has tenido la razón, ¿no será ésta la causa de las circunstancias en que vives?

Shakespeare nos dijo: Ve a tu interior; llama allí y pregunta a tu corazón lo que no sabes.


Te invito a Aquietar tu mente y escuchar La Verdad
Aprende a aquietarte porque Su Voz se oye en la quietud.

Oscar Marino Cruz García
Whatsapp 320 7208409

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Profe, enséñeme a aprender no a obedecer.