Más que un refrán del abuelo, parecería ser
la expresión de Dios ante la idea, de algunos, cuando afirman que Dios es
creación del hombre.
Saltator Pío-Judío Saltator Striatipectus |
De muchas formas hemos construido nuestra
identificación personal. Imagen a través de la cual nos damos a conocer ante el
mundo y con la cual éste nos identifica. Al ser nuestra construcción, la defendemos
contra viento y marea y, dedicamos muchos recursos en su construcción y defensa,
pretendiendo perpetuar su existencia. Esto, nos hace creer que somos el
producto de nuestros pensamientos, y desde cierta perspectiva lo es, pero no lo
es. Es una ilusión, una creencia nuestra. Es tan incoherente este sistema de
pensamiento que, nos hace creer que somos los creadores de nuestro mundo y, aun
así, nos sentimos sus víctimas. Pero, si así lo crees, está bien. Tal vez,
algún día, lo quieras revisar.
Cuando estamos frente a un par de
alternativas y escoges una, automáticamente rechazas la que desechaste. Esto nos hizo olvidar nuestra Fuente cuando decidimos
fabricar nuestro mundo, apoyados en diversas teorías, del tipo: “Piénsalo y lo
harás realidad”. “Eres el creador de tu mundo”. “Yo puedo, yo lo logro”. Nos
embarcamos en una nave de ilusiones destinada al naufragio, creyendo en la
perfección de nuestro océano de fantasías. A tal punto, que le pedimos ayuda a
Dios pero, le decimos como debe hacerlo. Y le damos fuerza a un dios inventado
por nuestras propias creencias, necesidades y cumplidor de nuestras expectativas.
Desde
nuestro rol de hijos hemos vivido esta enseñanza del abuelo. Hasta cierta edad,
los mandatos y consejos de nuestros padres significaban el camino a seguir, sin
cuestionamientos, con la certeza de la experiencia de los viejos. Hasta que un
día, nos permitimos cuestionar esa certeza y empezamos a tomar distancia. No
fue una separación física, sino una decisión mental de asumir que teníamos la
autoridad de guiar nuestras vidas. Pero lo hicimos desde el rechazo y todo
aquello que hacemos desde el rechazo, trae una carga emocional de culpa y miedo.
¿Cómo es nuestro mundo actual, producto de
nuestras decisiones “separatistas”? ¿Cuál es el que observas?, Creo que vivimos
en un mundo de sufrimiento, tal y como afirma Kenneth Wapnick: “Este mundo, que como infierno, es un estado
de separación de Dios en el que parece que se nos castiga todo el tiempo por
nuestros pecados.”
Como lo dije anteriormente, afrontamos
nuestras decisiones para mejorar, pero lo hacemos desde el rechazo y esto nos
genera culpa. Y como no estamos dispuestos a asumirla, la proyectamos en los
demás haciéndolos culpables de nuestros sufrimientos, viviendo con miedo una
vida que se encarga de mostrarnos lo que nuestra mente conserva como si fuese
su más reluciente creación. Pero no nos damos cuenta de ello, porque nuestros
juicios “acertados” son el arma de nuestra propia autoría basada en el miedo.
UCDM
afirma que: “El problema de la autoridad.
Ésta es la raíz de todo mal. El problema de la autoridad es en realidad una
cuestión de autoría. Cuando tienes un problema de autoridad, es siempre porque
crees ser tu propio autor y proyectas ese engaño sobre los demás. Percibes
entonces la situación como una en que los demás están literalmente luchando
contigo para arrebatarte tu autoría. Éste es el error fundamental de todos
aquellos que creen haber usurpado el poder de Dios.”
Podríamos resumir que los problemas que
tiene nuestro mundo es un problema de autoridad, como producto de nuestra mente
egoica de usurpar la autoridad de Quien realmente la tiene. Le hemos otorgado
la autoridad a nuestra mente egoica y materialista conduciéndonos hacia un
mundo de placer. Mundo ilusorio de justificaciones, gracias a los medios
utilizados para lograr nuestros propósitos mezquinos y que nos enreda en
esperanzas de logros efímeros que solo conducen al sufrimiento.
Confiamos
que alejarnos de aquello que nos genera dolor sea la solución a nuestros males,
porque creemos que allí está la causa. Desafortunadamente, nuestros procesos “separatistas”
los hemos hecho desde el rechazo, conduciéndonos por un camino de experiencias
repetitivas de dolor y desprecio. Pero, cuando nuestra “separación” la hacemos
desde la aceptación de lo recibido, se genera un proceso de transformación que,
para mí, es lo que hace la diferencia. Dejé de llamarla separación porque realmente
es una transformación. Transformo, cuando tomo mis circunstancias con
aceptación y gratitud, y desde mi función en este mundo, lo hago extensivo para
los demás. Y me doy cuenta que todo era solo una ilusión. Lo que necesariamente
me conduce a un estado de paz que me recuerda mi Fuente y me sumerge en la
Unidad.
Cuando el abuelo observaba mi actuar desde
mis erradas decisiones “separatistas”, solo afirmaba: Quién puede con el que ya camina…, hoy lo percibo como un augurio
de sufrimiento, con la sapiencia que su trasegar por la vida le otorgaba cuando
observaba mis decisiones tomadas desde el rechazo, la ira y la culpa. Y por
juzgar a los demás, la gran ausente en ese proceso era la lección que debía
aprender. La oportunidad que me ofrecía la vida para, esta vez, tomar la decisión
correcta.
Desde la quietud de la mente y la
auto-indagación podemos ver el dolor que desde nuestro interior emerge al señalar
a los demás y, desde esta observación, el dolor desaparece como lo que siempre
fue, una ilusión. La paz será el indicador de tu proceso de sanación.
Oscar Marino Cruz García
@OmOscarMarino
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