Tuve la maravillosa oportunidad de participar de un retiro
para aprender la práctica de la meditación Vipassana, diez días de votos de
silencio que, al menos, me permitió entender que el silencio es mucho más
que simplemente cerrar la boca.
Parafraseando
al abuelo cuando afirmaba que en boca
cerrada no entran moscas, encuentro una profunda utilidad para evitar la
emisión de juicios y así evitar que ingresen a la boca las moscas de las culpas
proyectadas. Siendo más profundo y, por lo tanto, más respetuoso con la
enseñanza del abuelo, cerrar la boca es una invitación al silencio. Un silencio
que practicado desde el alma, nos lleva a esa conexión con lo Eterno. Entiendo
el silencio como aquel estado de no juicio y total aceptación del momento
presente, sin diálogo interno.
Nada
más errado que asociar la práctica del silencio con la ausencia de ruido. Por
el contrario, veo al silencio como la no interferencia de la realidad, con mis ruidos.
Todos los estímulos que recibimos del entorno, nos generan percepciones.
Interpretaciones muy acordes con nuestras creencias que, básicamente, nos
conducen a reafirmar la realidad en la que creemos. Esto nos conduce a una
creencia absoluta en lo que el mundo nos refleja y nuestra mayor dificultad es
que no nos atrevemos a cuestionarla. Creemos que es real porque la vemos, sin
darnos cuenta que es real porque la proyectamos. La fuente de la fabricación
del mundo que vemos, es nuestra propia mente, pero queremos seguir creyendo que
lo que vemos es producto de otros.
La
práctica del silencio genera grandes beneficios. Uno de ellos es que te des
cuenta de tus propios ruidos mentales, es tu mente la que genera todos esos
ruidos. Escucha tu mente.
Cuando alguna persona comete algún “error”,
¿Qué te dice tu mente?
Cuando alguien piensa diferente a tu forma de
pensar, ¿Qué te dice tu mente?
Cuando alguien viste de forma diferente a tu
forma de vestir, ¿Qué te dice tu mente?
Cuando te miras al espejo, ¿Qué te dice tu
mente?
Cuando tus expectativas no se cumplen, ¿Qué
te dice tu mente?
Cuando la vida te presenta momentos de dolor,
¿Qué te dice tu mente?
Cuando la vida te presenta momentos de
placer, ¿Qué te dice tu mente?
Escucharnos,
es un gran paso que damos hacia nuestro auto-descubrimiento, es allí cuando
empezamos a descubrir aquello que sentimos y, que, con frecuencia, contiene
emociones producidas por creencias heredadas, por recuerdos de un pasado que no
existe. Escucharnos nos permite descubrir que somos consciencia. Escucharnos
nos permite descubrir que todo lo que considerábamos externo a nosotros, son expresiones
de nuestra propia creación mental.
UCDM,
dice: “El milagro llega silenciosamente a la mente que se detiene por un
instante y se sumerge en la quietud.” Aquietar la mente es sinónimo de
silenciar la mente, significa una mente sin juicio y, desde esa quietud
extender amor hacia los demás. Es una conexión desde el Ser hacia el ser. Pero
recuerda, no puedes dar de lo que no tienes. Entonces, se hace obligatorio
darte cuenta de tus propios ruidos mentales y así, al descubrirlos, podrás
conservarlos o deshacerte de ellos conscientemente. Tus creencias persisten
porque te son útiles. ¿Hasta cuándo? Tú lo decides.
Cerrar la boca es un buen comienzo para
descubrir todo lo que tu mente produce con cada acontecer diario. Luego
extiendes ese silencio para descubrir tus emociones y allí encontrarás la
utilidad del ruido que produce el mundo. Entonces, dejas de rechazarlo y lo
aceptas como un maestro que guía tu aprendizaje. Y cuando el silencio llegue a
tu mente el sufrimiento desaparece porque te has dado cuenta que nunca existió,
esto es consciencia, porque En boca
cerrada no entran moscas… decía el abuelo.
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