Siempre
estamos dispuestos a ayudar. Desafortunadamente, desde nuestra “gran certeza”
cometemos el error de definir el problema del otro y por lo tanto de ofrecer la
solución que creemos es la mejor: “lo que debería hacer”. En muchas ocasiones
nuestra ayuda no es solicitada.
Recuerda,
una vez que estás atrapado en tus propias ideas, quedas atrapado en la rueda
del hámster. No intentes ayudar a tu manera, porque lo que realmente haces es
despreciar la forma de ver de la otra persona, desconocer su sentir y es este desprecio lo que se
hace visible e hiriente ante sus ojos. Las buenas razones no son
suficientes.
“Toda visión comienza con el que percibe,
que es quien determina lo que es verdad y lo que es falso. Y no podrá ver lo
que juzgue como falso. Tú que deseas juzgar la realidad no puedes verla, pues
en presencia de juicios la realidad desaparece.” Un Curso de Milagros
No
es ayuda verdadera si no tiene el consentimiento de la otra persona. Es ella
misma quién determina que la necesita, desde su emocionalidad, desde su
estructura de creencias, y desde allí podrás enfocarte para juntos ver la
situación. La correcta ayuda comienza con la invitación a que la persona
cuestione su “realidad”, así podrá observar aquello a lo que le ha dado tanto
valor. Y desde este nuevo estado de consciencia podrá hacer los cambios que
considere necesarios.
¿Alguna
vez has cambiado porque alguien te dijo que deberías hacerlo? Entonces…
¿Qué
te hace creer que tú ayuda debe ser recibida por la otra persona?
La
verdadera ayuda es la invitación a un cambio de percepción sobre aquello que la
persona llama “realidad”. La ayuda que ofreces cumple con su propósito
cuando apoyas a la persona para que elimine los obstáculos que le impiden ver
más allá de su “realidad”. En otras palabras, invitas a la persona a
cuestionar sus creencias, porque son estas las que establecen su "realidad" y
determinan su sentir. Este, suele ser un proceso doloroso porque encontramos en
ellas, nuestras creencias, muchas incongruencias imposibles de sostener, pero que han sido su
soporte. Abandonarlas es como perder un ser querido. Por eso, es que debe
observarlas y cuestionar su utilidad con respecto a aquello que le genera paz o sufrimiento, solo así podrá tomar una decisión. Su decisión.
Finalmente,
y no menos importante, Un Curso de Milagros dice: “… nadie aprende más allá de
su disposición.” Por esto es que las personas permiten la ayuda que creen
necesitar. Debes ser respetuoso con el proceso que cada quién vive a su manera.
El obrar con sensatez es una manifestación de amor.
Obra
con amores y no con buenas razones… decía el abuelo.
Oscar Marino Cruz García
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