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miércoles, 8 de abril de 2020

Todos los caminos conducen a Roma… decía el abuelo


Muy pocos seres en este mundo han experimentado el verdadero Amor, la mayoría nos sostenemos en las definiciones que culturalmente nos han enseñado sobre él. De lo que si estoy seguro es que debemos hacer una profunda interiorización, muy personal, que nos permita descubrir las barreras que nos impiden experimentar el verdadero Amor, de tal manera que podamos salir de la idea hacia la vivencia del Amor, el cual es nuestra esencia.

Hay un camino hacia el Amor que me he propuesto recorrer y me atrevo a compartirte, tal vez te sea de alguna utilidad. Desafortunada o afortunadamente, este camino tiene algunas estaciones en las que nos debemos detener para auto-observarnos, no sin antes “advertir” que es un recorrido doloroso y lo que lo hace doloroso es nuestra resistencia a soltar todas aquellas creencias que nos han ubicado en el sitio en que nos encontramos, apoyados en la certeza de tener la razón y que son los demás los equivocados. Reconocer nuestros errores duele, duele mucho, pero la recompensa al final del camino es Una Promesa de Dios… permíteme mencionar algunas de esas estaciones:

Juicios: Nos hemos pasado la vida entera juzgando a todos por todo, incluyéndonos a nosotros mismos. ¿Hasta cuándo voy a seguir siendo el juez del mundo? ¿De verdad juzgar me ha traído paz? Los juicios nos hacen evadir la responsabilidad que tenemos de vernos como la causa de todo lo que sucede a nuestro alrededor, asumiendo nuestro rol de víctimas de otras personas o de circunstancias e inclusive de un dios castigador. Los juicios son las expresiones de nuestros miedos más profundos y la negación de nuestra Esencia.

Confianza: ¿Confiamos en Dios? O tal vez hemos depositado nuestra confianza en lo que las percepciones ajenas nos transmiten, sin la más mínima posibilidad de duda, y desde el otorgamiento de poderes especiales entregados a otros, debido a la minimización que hemos hecho de nosotros mismos.  Cada que le otorgas un poder especial a otro lo haces desde la desvaloración propia. ¿O es que Dios otorga poderes especiales a unos y a otros no? Debemos aprender a confiar en nuestra Esencia y abandonar la arrogancia de lo que creemos ser. Mi abuelo decía… no puedes dar de lo que no tienes. La confianza no surge desde el comportamiento de otros, sino desde la certeza de nuestra esencia, así la podremos extender al Universo. ¿Soy confiable?

Honestidad: ¿Soy honesto conmigo mismo? Negar, de una u otra forma, nuestra ascendencia es una muestra de nuestra deshonestidad con nuestro origen. Por eso es que preferimos asumir una personalidad inventada pero aceptada por este mundo egoico. Culturalmente nos han educado para traficar con nuestras emociones. Dependiendo de nuestro sexo, raza, credo, posición económica, estrato social, etc., somos bien o mal vistos, somos aplaudidos o rechazados, al expresar lo que sentimos. ¿Qué sientes? La verdadera honestidad nos conduce hacia la congruencia, que no es otra cosa que la sincronía entre mis emociones y mis comportamientos. ¿Soy lo que Soy o soy lo que la sociedad y mis miedos me hacen expresar? ¿Hasta cuándo vas a confundir ciertas expresiones que llamas amor, con la mísera necesidad de satisfacer tus carencias?

Tolerancia: No hablo de aguantanza, esa palabra ni siquiera existe en nuestro idioma, pero la practicamos cuando confundimos tolerar (aceptar, no juzgar) con soportar bajo el dominio del dolor y la rabia. Lo que nos conduce a la intolerancia son nuestros miedos y desde estos nos convertimos en personas crueles, porque a costa de lo que sea, pretendemos que los demás modifiquen sus comportamientos para poder obtener nuestro bienestar. Es nuestra falta de respeto más grande. ¿Soy tolerante?

Generosidad: En muchos casos, somos generosos gracias a la tecnología. Me pregunto: ¿si no existieran las redes sociales, seríamos tan generosos como nos auto-proclamamos? Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha… decía Jesús. Tal vez sea esta circunstancia que vivimos, la oportunidad que tenemos de replantearnos algunas ideas albergadas en nuestra caja de creencias. No sabemos de la verdadera generosidad. Estamos acostumbrados a dar desde la carencia, por eso es que necesitamos que alguien esté en necesidad para darle lo que creemos le hace falta, y, tal vez sea lo peor, sentir que estamos bien porque existen otros más jodidos que nosotros. ¿Es esto generosidad? ¿No será que lo hemos entendido mal? No estoy invitando a no dar, estoy invitando a que nos preguntemos, ¿Desde dónde surge mi generosidad? ¿Desde el miedo (no mirar la culpa) o desde el Amor?

Paciencia: Esperar sin ansiedad. ¿Es lo que estamos experimentando en este momento? Tener paciencia es una consecuencia natural de la confianza, porque tienes la certeza del resultado. Es imposible sentir ansiedad cuando tienes Confianza. No necesitamos saber lo que va a suceder porque la confianza es quién garantiza la certeza del resultado. Nuestra mente ansiosa es la que necesita del adivino que nos garantice un futuro de abundancia y, de nuevo, ponemos nuestra fe en el lugar equivocado. Reconociendo nuestra ansiedad (no justificar) llegamos al estado de no ansiedad.

Fe: Me cuesta hallar la diferencia entre confianza y fe. Pero siento que mi único problema es alejarme de Dios, por lo tanto la única solución es darme cuenta de todo lo que he hecho para alejarme de Él, así podré decidir de nuevo, una vez y otra vez y otra vez, tantas veces como sea necesario. Sin detenerme a analizar las mil y una formas en que la vida me muestra mi único problema. Solo hay un problema, por lo tanto solo existe una solución. Mi fe me conduce por un camino lleno de confianza. No nos hace falta fe, lo que sucede es que la enfocamos hacia el lugar equivocado. Creemos que nos hace falta fe porque nos sentimos separados de Dios y eso nos hace sentir miedo. ¿Hacia dónde  está enfocada tu fe? ¿En aquellos que adivinan el pasado? ¿O el futuro? ¿Tienes más fe en la percepción que te ha conducido al dolor que en la Promesa de Dios?

Mente abierta: Es el camino hacia la práctica del perdón. La aceptación de las diferentes expresiones humanas libres de mis juicios. Le llaman brecha generacional. Cuán difícil es aceptar la diversidad de pensamientos y la libertad que cada persona tiene para expresarlos. La vida se nos complica cuando creemos que los demás no tienen derecho a expresarse de la forma en que lo hacen, pues desconocemos que casi siempre lo hacen basados en sus dolores, resentimientos y culpas. Solo piden ayuda, amor. ¿Estás dispuesto a ver más allá de lo que tus propios miedos te transmiten? ¿Sin juicios?

Gratitud: Tiene dos grandes ingredientes. Primero es la aceptación. Aceptar es recibir sin ninguna queja, sin ninguna intención de mejorar lo recibido. El segundo ingrediente es aprecio, valorar. Debo ver el valor de lo recibido. Desde esta receta he podido aprender la práctica de la verdadera gratitud. Es desde la gratitud sincera que brotan los más grandes sentimientos del ser humano como una expresión del Ser, sin el modelamiento de unos comportamientos ajustados a unos estándares sociales en búsqueda de aceptación. Confundimos gratitud con el formulismo educacional que nos enseñaron y que ofrecemos cuando recibimos un favor. ¿Soy agradecido o educado?

Tal vez en tu propio camino encuentres otras estaciones donde hacer una parada reflexiva con la certeza de hallar un cambio al ver tus miedos, un verdadero cambio que te permita llegar al destino del Verdadero Amor y recuerda, Como decía el abuelo… Todos los caminos llevan a Roma. Evita juzgar ciertas circunstancias o personas como buenas o malas, son solo eso, personas y circunstancias que nos brindan la oportunidad de hallar el Camino, La Verdad y la Vida.

Oscar Marino Cruz García
 http://www.youtube.com/c/OscarMarinoCruzGarcía

1 comentario:

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Profe, enséñeme a aprender no a obedecer.