Muy
pocos seres en este mundo han experimentado el verdadero Amor, la mayoría nos
sostenemos en las definiciones que culturalmente nos han enseñado sobre él. De
lo que si estoy seguro es que debemos hacer una profunda interiorización, muy
personal, que nos permita descubrir las barreras que nos impiden experimentar el
verdadero Amor, de tal manera que podamos salir de la idea hacia la vivencia
del Amor, el cual es nuestra esencia.
Hay un
camino hacia el Amor que me he propuesto recorrer y me atrevo a compartirte,
tal vez te sea de alguna utilidad. Desafortunada o afortunadamente, este camino
tiene algunas estaciones en las que nos debemos detener para auto-observarnos,
no sin antes “advertir” que es un recorrido doloroso y lo que lo hace doloroso
es nuestra resistencia a soltar todas aquellas creencias que nos han ubicado en
el sitio en que nos encontramos, apoyados en la certeza de tener la razón y que
son los demás los equivocados. Reconocer nuestros errores duele, duele mucho,
pero la recompensa al final del camino es Una Promesa de Dios… permíteme
mencionar algunas de esas estaciones:
Juicios:
Nos hemos pasado la vida entera juzgando a todos por todo, incluyéndonos a
nosotros mismos. ¿Hasta cuándo voy a seguir siendo el juez del mundo? ¿De
verdad juzgar me ha traído paz? Los juicios nos hacen evadir la responsabilidad
que tenemos de vernos como la causa de todo lo que sucede a nuestro alrededor,
asumiendo nuestro rol de víctimas de otras personas o de circunstancias e
inclusive de un dios castigador. Los juicios son las expresiones de nuestros
miedos más profundos y la negación de nuestra Esencia.
Confianza: ¿Confiamos
en Dios? O tal vez hemos depositado nuestra confianza en lo que las
percepciones ajenas nos transmiten, sin la más mínima posibilidad de duda, y
desde el otorgamiento de poderes especiales entregados a otros, debido a la
minimización que hemos hecho de nosotros mismos. Cada que le otorgas un poder especial a otro
lo haces desde la desvaloración propia. ¿O es que Dios otorga poderes
especiales a unos y a otros no? Debemos aprender a confiar en nuestra Esencia y
abandonar la arrogancia de lo que creemos ser. Mi abuelo decía… no puedes dar
de lo que no tienes. La confianza no surge desde el comportamiento de otros,
sino desde la certeza de nuestra esencia, así la podremos extender al Universo.
¿Soy confiable?
Honestidad:
¿Soy honesto conmigo mismo? Negar, de una u otra forma, nuestra ascendencia es
una muestra de nuestra deshonestidad con nuestro origen. Por eso es que
preferimos asumir una personalidad inventada pero aceptada por este mundo egoico.
Culturalmente nos han educado para traficar con nuestras emociones. Dependiendo
de nuestro sexo, raza, credo, posición económica, estrato social, etc., somos
bien o mal vistos, somos aplaudidos o rechazados, al expresar lo que sentimos.
¿Qué sientes? La verdadera honestidad nos conduce hacia la congruencia, que no
es otra cosa que la sincronía entre mis emociones y mis comportamientos. ¿Soy
lo que Soy o soy lo que la sociedad y mis miedos me hacen expresar? ¿Hasta
cuándo vas a confundir ciertas expresiones que llamas amor, con la mísera
necesidad de satisfacer tus carencias?
Tolerancia:
No hablo de aguantanza, esa palabra ni siquiera existe en nuestro idioma, pero
la practicamos cuando confundimos tolerar (aceptar, no juzgar) con soportar
bajo el dominio del dolor y la rabia. Lo que nos conduce a la intolerancia son
nuestros miedos y desde estos nos convertimos en personas crueles, porque a
costa de lo que sea, pretendemos que los demás modifiquen sus comportamientos
para poder obtener nuestro bienestar. Es nuestra falta de respeto más grande.
¿Soy tolerante?
Generosidad: En muchos casos, somos generosos gracias a la tecnología. Me
pregunto: ¿si no existieran las redes sociales, seríamos tan generosos como nos
auto-proclamamos? Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha… decía
Jesús. Tal vez sea esta circunstancia que vivimos, la oportunidad que tenemos
de replantearnos algunas ideas albergadas en nuestra caja de creencias. No
sabemos de la verdadera generosidad. Estamos acostumbrados a dar desde la
carencia, por eso es que necesitamos que alguien esté en necesidad para darle
lo que creemos le hace falta, y, tal vez sea lo peor, sentir que estamos bien
porque existen otros más jodidos que nosotros. ¿Es esto generosidad? ¿No será
que lo hemos entendido mal? No estoy invitando a no dar, estoy invitando a que
nos preguntemos, ¿Desde dónde surge mi generosidad? ¿Desde el miedo (no mirar
la culpa) o desde el Amor?
Paciencia:
Esperar sin ansiedad. ¿Es lo que estamos experimentando en este momento? Tener
paciencia es una consecuencia natural de la confianza, porque tienes la certeza
del resultado. Es imposible sentir ansiedad cuando tienes Confianza. No
necesitamos saber lo que va a suceder porque la confianza es quién garantiza la
certeza del resultado. Nuestra mente ansiosa es la que necesita del adivino que
nos garantice un futuro de abundancia y, de nuevo, ponemos nuestra fe en el
lugar equivocado. Reconociendo nuestra ansiedad (no justificar) llegamos al
estado de no ansiedad.
Fe: Me
cuesta hallar la diferencia entre confianza y fe. Pero siento que mi único
problema es alejarme de Dios, por lo tanto la única solución es darme cuenta de
todo lo que he hecho para alejarme de Él, así podré decidir de nuevo, una vez y
otra vez y otra vez, tantas veces como sea necesario. Sin detenerme a analizar
las mil y una formas en que la vida me muestra mi único problema. Solo hay un
problema, por lo tanto solo existe una solución. Mi fe me conduce por un camino
lleno de confianza. No nos hace falta fe, lo que sucede es que la enfocamos
hacia el lugar equivocado. Creemos que nos hace falta fe porque nos sentimos
separados de Dios y eso nos hace sentir miedo. ¿Hacia dónde está enfocada tu fe? ¿En aquellos que
adivinan el pasado? ¿O el futuro? ¿Tienes más fe en la percepción que te ha
conducido al dolor que en la Promesa de Dios?
Mente abierta: Es el camino hacia la práctica del perdón. La aceptación de
las diferentes expresiones humanas libres de mis juicios. Le llaman brecha
generacional. Cuán difícil es aceptar la diversidad de pensamientos y la
libertad que cada persona tiene para expresarlos. La vida se nos complica
cuando creemos que los demás no tienen derecho a expresarse de la forma en que
lo hacen, pues desconocemos que casi siempre lo hacen basados en sus dolores,
resentimientos y culpas. Solo piden ayuda, amor. ¿Estás dispuesto a ver más allá
de lo que tus propios miedos te transmiten? ¿Sin juicios?
Gratitud:
Tiene dos grandes ingredientes. Primero es la aceptación. Aceptar es recibir
sin ninguna queja, sin ninguna intención de mejorar lo recibido. El segundo
ingrediente es aprecio, valorar. Debo ver el valor de lo recibido. Desde esta
receta he podido aprender la práctica de la verdadera gratitud. Es desde la
gratitud sincera que brotan los más grandes sentimientos del ser humano como
una expresión del Ser, sin el modelamiento de unos comportamientos ajustados a
unos estándares sociales en búsqueda de aceptación. Confundimos gratitud con el
formulismo educacional que nos enseñaron y que ofrecemos cuando recibimos un
favor. ¿Soy agradecido o educado?
Tal vez
en tu propio camino encuentres otras estaciones donde hacer una parada
reflexiva con la certeza de hallar un cambio al ver tus miedos, un verdadero
cambio que te permita llegar al destino del Verdadero Amor y recuerda, Como decía el abuelo… Todos los caminos
llevan a Roma. Evita juzgar ciertas circunstancias o personas como buenas o
malas, son solo eso, personas y circunstancias que nos brindan la oportunidad
de hallar el Camino, La Verdad y la Vida.
Oscar Marino Cruz García
http://www.youtube.com/c/OscarMarinoCruzGarcía
Excelente Oscar. Gracias, gracias, gracias. 🙏
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