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martes, 8 de octubre de 2019

No hay peor ciego que aquel que no quiere ver… decía el abuelo



Nos cuesta reconocer que muchas de nuestras relaciones están basadas en criterios ajenos, sin permitirnos sentir lo que sentimos. Hemos construido relaciones basadas en la aparente buena intención que nos manipula, incrementando la dependencia al sufrimiento y a la sed insaciable que nos conduce a buscar un amor manipulador y carente del Verdadero Sentido de Amar.


Son las circunstancias de vida las que nos permiten vivir momentos de verdadera auto-observación ante nuestra fragilidad como humanos, humanos que nos creemos auto-suficientes por desconocer nuestro Verdadero Ser. Pero que, a la vez, nos da la posibilidad del perdón… Solo debemos estar dispuestos a ver nuestra propia terquedad ante posiciones radicales y justicieras que sentencian al otro sin permitirnos observar su esencia, su propio dolor y su forma diferente, a la nuestra, de pedir Amor.  Hoy más que nunca experimento aquello de que por muy ásperas que sean las palabras o los actos… “Si no estás dispuesto a percibir una petición de ayuda como lo que es, es porque no estás dispuesto a prestar ayuda ni a recibirla. Dejar de reconocer una petición de ayuda es negarse a recibir ayuda. ¿Crees que no la necesitas?”.

Solemos pedir ayuda a un Ser superior pero cuando la ayuda se nos presenta de la forma no esperada, la rechazamos porque, casi siempre, se nos presenta como una oportunidad de confrontarnos a nosotros mismos. Es por esta razón que las ayudas imploradas nos llegan a través de personas con comportamientos que nos confrontan y nuestro miedo nos conduce a rechazar y tomar distancia. Es lo más fácil, pero a la larga lo más auto-destructivo. Las relaciones no son para hacernos felices, sino para hacernos conscientes.

Abuelo, gracias por recordarme que… No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Oscar Marino Cruz García


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Profe, enséñeme a aprender no a obedecer.