
Llamamos tempestad a aquellos momentos en los que
perdemos la paz. Pero esta apreciación es ya un error. Nunca hemos perdido la
paz. Haberla perdido es tan solo una creencia. No es posible perder lo que es
inherente a nuestro ser. Tomamos la decisión equivocada de vivir bajo la lluvia
del esfuerzo, la carencia y el rechazo, definiendo a éste como nuestro estado
natural y cuando la lluvia arrecia y pasa a ser una tempestad, es cuando
creemos haber perdido la paz. Solo es necesario tomar una decisión: ¿tempestad
o paz? y según lo que decidas la Vida orientará tu camino y te brindará todos
los medios para lograrlo. Surge la pregunta… ¿cómo lo hago? Obsérvate.
Nos han enseñado a no permitirnos sentir lo que
sentimos. Desde niños nos han impedido sentir lo que sentimos a cambio de un
falso bienestar o de una mal llamada gratitud. Nos enseñaron que ser
agradecidos es ver las malas circunstancias de otros y compararnos. No debemos
manifestar tristeza porque entonces somos débiles y debemos ser fuertes. Lo
llaman la cultura del positivismo. Ha sido un autoengaño permanente porque
hemos etiquetado nuestro sentir como inadecuado, pueril, y como un gran signo
de debilidad o de ingratitud. Y desde allí hemos ido por la vida fabricando
diversas máscaras para presentarnos, escogiendo la más apropiada a la ocasión.
Pero la Vida en su sapiencia se encarga de enfrentarnos, inclusive, desde los
escenarios más “banales”, a aquello que pretendemos rechazar en nuestra vida.
Solo debes permitirte dudar de tus creencias, apagar ese botón de “sabelotodo”
o de “escondeloquesientes” y permítete escuchar lo que el Universo te dice.
Observa a tú alrededor, tus circunstancias, a las personas y sabrás tu sentir.
Todo está hablando para ti. Afuera solo existen los medios para que encuentres
lo que existe en tu interior. Obsérvate.
Tu
dedo acusador… casi siempre, estás
poniendo una intencionalidad en los actos de los demás. Es obvio que este
enfoque siempre te ubicará como la víctima de las circunstancias. Te has
preguntado, ¿de qué forma te victimizas o te sientes atacado? Desde una mirada
honesta, podrás darte cuenta que te sientes como una desvalida víctima de
circunstancias ajenas a tu control y confabuladas para causarte sufrimiento:
considerando como tus victimarios a aquellos que están a tu alrededor. Todo
juicio implica rechazo y siempre serán una justificación a tus reacciones. Lo
que ves afuera es el juicio de lo que tienes adentro. Obsérvate.
Tus
creencias… te han ubicado en el
lugar en el que te encuentras. Pero no lo percibes de esta manera, crees que
unas circunstancias aisladas son la causa de lo que vives. El objetivo de este
mundo es corregir tus propias creencias. Recuerda: “Creer en algo produce la
aceptación de su existencia”. Si crees en la maldad, en el sufrimiento, en la
carencia, en el rechazo; esto será lo que el mundo te ofrecerá. Aquello que defiendes
da fe de tus creencias y el efecto desaparece en ausencia de la creencia que lo
originó. Por lo tanto, de la disposición de cuestionar tus creencias dependerá
el mundo que percibes. Obsérvate.
Tus
miedos… te dominan. Uno de los
miedos más frecuentes es el miedo a no ser socialmente aceptado. Preferimos
ocultar lo que sentimos, ofreciendo una versión que pueda ser aceptada por los
demás, tratando de encajar en un rol que no nos pertenece, a un costo emocional
muy alto. Recuerda que el miedo al rechazo, no es más que el rechazo que
sentimos hacia nosotros mismos, porque nos sentimos inadecuados, no amados,
feos, poco inteligentes, pobres, etc. Los miedos, nuestros miedos, son la
expresión de nuestra carencia de amor. Obsérvate.
Hace poco vi una película, te la recomiendo, su
título en español es “Al diablo con el diablo” (Bedazzled, título en inglés),
el protagonista representa lo que estamos exponiendo y desde el rechazo a sí
mismo pretende obtener (vendiéndole su alma al diablo) aquello de lo que cree
que carece, para lograr impresionar a la chica de la que está enamorado. Finalmente,
encuentra su camino de aceptación y logra el amor que buscaba, al darse cuenta
a quién le pertenece su alma.
Recuerdo
una frase que leí por allí: “Cuando te niegas a mirarte, la vida te pone
espejos.”
Solo observa tu sentir. Funciona. Como cuando uno
siente vergüenza de hacer algo… al ser consciente de la vergüenza lo dejamos de
hacer. Solo que para ser consciente, debes observarte. Esta observación es la
que te permite ser consciente que todo es una interpretación tuya y allí, solo
allí, podrás tomar la decisión de abandonar esa interpretación.
Si te detienes y pones tu mente en calma, allí
hallarás respuestas. Sabrás que tus percepciones, son solo la confesión de tus
propias tormentas. Obsérvate y permítete sanar, así sabrás que… Después de
la tempestad viene la calma… decía el abuelo.
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