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lunes, 23 de julio de 2018

Quién puede con el que ya camina… decía el abuelo.


Más que un refrán del abuelo, parecería ser la expresión de Dios ante la idea, de algunos, cuando afirman que Dios es creación del hombre.

Saltator Pío-Judío
Saltator Striatipectus
De muchas formas hemos construido nuestra identificación personal. Imagen a través de la cual nos damos a conocer ante el mundo y con la cual éste nos identifica. Al ser nuestra construcción, la defendemos contra viento y marea y, dedicamos muchos recursos en su construcción y defensa, pretendiendo perpetuar su existencia. Esto, nos hace creer que somos el producto de nuestros pensamientos, y desde cierta perspectiva lo es, pero no lo es. Es una ilusión, una creencia nuestra. Es tan incoherente este sistema de pensamiento que, nos hace creer que somos los creadores de nuestro mundo y, aun así, nos sentimos sus víctimas. Pero, si así lo crees, está bien. Tal vez, algún día, lo quieras revisar.

Cuando estamos frente a un par de alternativas y escoges una, automáticamente rechazas la que desechaste.  Esto nos hizo olvidar nuestra Fuente cuando decidimos fabricar nuestro mundo, apoyados en diversas teorías, del tipo: “Piénsalo y lo harás realidad”. “Eres el creador de tu mundo”. “Yo puedo, yo lo logro”. Nos embarcamos en una nave de ilusiones destinada al naufragio, creyendo en la perfección de nuestro océano de fantasías. A tal punto, que le pedimos ayuda a Dios pero, le decimos como debe hacerlo. Y le damos fuerza a un dios inventado por nuestras propias creencias, necesidades y cumplidor de nuestras expectativas.

Desde nuestro rol de hijos hemos vivido esta enseñanza del abuelo. Hasta cierta edad, los mandatos y consejos de nuestros padres significaban el camino a seguir, sin cuestionamientos, con la certeza de la experiencia de los viejos. Hasta que un día, nos permitimos cuestionar esa certeza y empezamos a tomar distancia. No fue una separación física, sino una decisión mental de asumir que teníamos la autoridad de guiar nuestras vidas. Pero lo hicimos desde el rechazo y todo aquello que hacemos desde el rechazo, trae una carga emocional de culpa y miedo.

¿Cómo es nuestro mundo actual, producto de nuestras decisiones “separatistas”? ¿Cuál es el que observas?, Creo que vivimos en un mundo de sufrimiento, tal y como afirma Kenneth Wapnick: “Este mundo, que como infierno, es un estado de separación de Dios en el que parece que se nos castiga todo el tiempo por nuestros pecados.”

Como lo dije anteriormente, afrontamos nuestras decisiones para mejorar, pero lo hacemos desde el rechazo y esto nos genera culpa. Y como no estamos dispuestos a asumirla, la proyectamos en los demás haciéndolos culpables de nuestros sufrimientos, viviendo con miedo una vida que se encarga de mostrarnos lo que nuestra mente conserva como si fuese su más reluciente creación. Pero no nos damos cuenta de ello, porque nuestros juicios “acertados” son el arma de nuestra propia autoría basada en el miedo.

UCDM afirma que: “El problema de la autoridad. Ésta es la raíz de todo mal. El problema de la autoridad es en realidad una cuestión de autoría. Cuando tienes un problema de autoridad, es siempre porque crees ser tu propio autor y proyectas ese engaño sobre los demás. Percibes entonces la situación como una en que los demás están literalmente luchando contigo para arrebatarte tu autoría. Éste es el error fundamental de todos aquellos que creen haber usurpado el poder de Dios.”

Podríamos resumir que los problemas que tiene nuestro mundo es un problema de autoridad, como producto de nuestra mente egoica de usurpar la autoridad de Quien realmente la tiene. Le hemos otorgado la autoridad a nuestra mente egoica y materialista conduciéndonos hacia un mundo de placer. Mundo ilusorio de justificaciones, gracias a los medios utilizados para lograr nuestros propósitos mezquinos y que nos enreda en esperanzas de logros efímeros que solo conducen al sufrimiento.

Confiamos que alejarnos de aquello que nos genera dolor sea la solución a nuestros males, porque creemos que allí está la causa. Desafortunadamente, nuestros procesos “separatistas” los hemos hecho desde el rechazo, conduciéndonos por un camino de experiencias repetitivas de dolor y desprecio. Pero, cuando nuestra “separación” la hacemos desde la aceptación de lo recibido, se genera un proceso de transformación que, para mí, es lo que hace la diferencia. Dejé de llamarla separación porque realmente es una transformación. Transformo, cuando tomo mis circunstancias con aceptación y gratitud, y desde mi función en este mundo, lo hago extensivo para los demás. Y me doy cuenta que todo era solo una ilusión. Lo que necesariamente me conduce a un estado de paz que me recuerda mi Fuente y me sumerge en la Unidad.

Cuando el abuelo observaba mi actuar desde mis erradas decisiones “separatistas”, solo afirmaba: Quién puede con el que ya camina…, hoy lo percibo como un augurio de sufrimiento, con la sapiencia que su trasegar por la vida le otorgaba cuando observaba mis decisiones tomadas desde el rechazo, la ira y la culpa. Y por juzgar a los demás, la gran ausente en ese proceso era la lección que debía aprender. La oportunidad que me ofrecía la vida para, esta vez, tomar la decisión correcta.

Desde la quietud de la mente y la auto-indagación podemos ver el dolor que desde nuestro interior emerge al señalar a los demás y, desde esta observación, el dolor desaparece como lo que siempre fue, una ilusión. La paz será el indicador de tu proceso de sanación.


Oscar Marino Cruz García
@OmOscarMarino

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Profe, enséñeme a aprender no a obedecer.