Existen tres verdades: La mía, la tuya y la
Verdadera. En realidad, no son verdades, son solo creencias. Todas las personas
tenemos nuestro propio sistema de creencias. Creencias adquiridas por herencia
familiar, social o a través de nuestro recorrido por la vida y que determinan
junto con nuestros valores los diversos comportamientos (decisiones) que tomamos.
Sadhguru dice… “El
conflicto en el mundo no es entre el bien y el mal. Siempre es la creencia de
un hombre contra la creencia de otro hombre.”
Cuanto dolor nos podríamos ahorrar si
simplemente nos diéramos cuenta que todas las personas actuamos desde nuestros
niveles de creencias, las cuales consideramos nuestro más valioso tesoro. Pero
allí no radica el problema, la gran dificultad es que no estamos dispuestos a
revisarlas. Mis creencias, ayer fueron útiles; hoy… ¿siguen siendo útiles? Los
demás las deben revisar, yo no, yo tengo la verdad. Al cuestionar las creencias
del otro, surge el conflicto y el ciclo del sufrimiento se perpetúa, pues lo
que realmente deseamos es que los demás crean en lo que nosotros creemos.
Permite que el otro permanezca en su nivel de creencias, está en todo su
derecho. Su momento llegará.
Las creencias provienen de nuestras
relaciones parentales y se convierten en nuestra carta de navegación en la vida
que nos conduce a la dicha o al dolor, al cielo o al infierno. Pretendemos lograr
cambios modificando comportamientos, no es posible. Cambia primero tus
creencias y lograrás modificar tus comportamientos. Cada que la vida nos
enfrenta ante una situación, en ocasiones de dolor, nos está invitando a
revisar nuestras creencias. Jesús dijo: “Así como creísteis, así será. No
miréis la paja en el ojo ajeno.”
Al enfrentar algún tipo de dificultad o
antes de tomar una decisión pregúntate, ¿yo,
en que creo? ¿Para qué estoy viviendo esto? ¿De quién es la vida que estoy
viviendo? Al indagar, las repuestas
llegan y se desvanece el miedo. Por lo tanto, el comportamiento cambia. Deseamos
una mejor vida, pero lo hacemos desde nuestras creencias, ignorando que son éstas
las que nos han traído hasta nuestra situación actual. Cuestiona tus creencias.
Nada más dañino que vivir en un estado de certeza.
Hace algunos años apareció el boom de la
Ley de la Atracción y, yo incluido, la utilizamos principalmente para atraer
prosperidad económica. Hoy entiendo que no me funciono porque lo hice desde la
carencia. Desde creencias basadas en pobreza, en la pecaminosidad del dinero, etc.
Las creencias son muy fuertes. “Así como creísteis, así será.”
Hoy la sociedad nos muestra, de una forma
muy evidente, la brecha generacional entre padres e hijos. Ambos sistemas de
creencias han forjado una lucha de supervivencia, los padres por perpetuar las
suyas y los hijos por imponer las propias. Cuando todo sería tan simple si
permitiéramos vivir a Cada loco con su
tema… como decía el abuelo.
¿Cuál es mi necesidad de ir por la vida
convenciendo a los demás que mi creencia (forma) es la mejor?