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miércoles, 28 de junio de 2017

Haga caso m´hijo

Hacer caso no implica obediencia, porque la obediencia es sumisión. Hacer caso tiene que ver con permitir que tú esencia se manifieste desde su perfección, sin la contaminación de tu ego. “Haga caso” significa aceptación, sin adicciones, ni sustracciones hechas desde el ego. Aceptar que las circunstancias, las personas, los objetos, todos sean como son. Cuando mi pretensión es no aceptar, estoy desde la carencia, esperando que lo que mi mente sueña sea mejor que aquello que la vida me ofrece en este momento.

En el rito católico se utiliza con frecuencia la expresión “Amén”, que significa “Así sea”. Hoy la entiendo desde la visión del abuelo, cuando me decía… “Haga caso m´hijo”. “Amén”, así sea, es Aceptación. Nuestra desdicha empieza cuando esperamos que la vida nos ofrezca algo mejor que lo que hoy tenemos. Imploramos a Dios por sus bendiciones o dádivas y al terminar nuestros ruegos expresamos... Amén (así sea), pero no lo aceptamos. Aparece la queja y nuestro ego nos hace creer que debe haber algo mejor para nosotros. No hacer caso significa no aceptar.

En algunas religiones, filosofías, incluso desde la ética y la moralidad nos hablan de la gratitud como pilar estructural hacia el logro de la felicidad. Hoy entiendo que Agradecer es mucho más grande que aparentar, con expresiones, ser agradecido. Ahora entiendo que agradecer es Aceptar, es Amén, es Así sea. Tal y como la vida me lo ofrece, sin “mis mejoras” que solo salen de una mente llena de ego.


Hoy me esfuerzo por hacer caso. Por aceptar que las personas, circunstancias y cosas que la vida me ofrece son dádivas de Dios, necesarias e indispensables para mi crecimiento. Hoy…  Hago caso. Hoy Acepto lo que la Vida me ofrece. Hoy Agradezco. Amén. Así Sea.

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Profe, enséñeme a aprender no a obedecer.