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martes, 23 de abril de 2019

Divide y reinarás… decía el abuelo.


Nuestras relaciones están basadas en un pasado lleno de dolor, dolor que transigimos para ser expresado “amorosamente” de acuerdo con el evento social del momento. Dolor, que además, es la base para que proyectemos en los demás nuestras propias culpas. Es nuestra pretensión hacer que el otro sea “el otro”, es decir, el equivocado, el que actúa mal, el que me hace daño. Y de esta forma nos perpetuamos como víctimas de unas circunstancias inventadas. Nuestra incapacidad para asumir la responsabilidad de una vida basada en el sufrimiento y perpetuada en la proyección de la culpa, nos conduce a buscar victimarios. Alguien debe ser el culpable de lo que me sucede… lo llaman destino, cosas de la vida, suerte, voluntad de dios, etc. Y al percibirte como una víctima del sufrimiento, creerás que está justificado que otros sufran.

Nuestro único y gran problema es que nos vemos como seres independientes unos de otros y por lo tanto cada uno debe hacer lo suyo para sobrevivir. Y, si logras más que yo, me estás condenando a la carencia. Pero, si logro más que tú, garantizo mi “felicidad”. Y así, convierto a mis hermanos en víctimas o en victimarios. Es lo mismo. Son las etiquetas que ponemos sobre los demás las que nos separan. Etiquetas basadas en creencias propias y en su mayoría ajenas a nosotros. El impacto real está en el efecto que produce: Excluir a unos de otros. Divide y reinarás… decía el abuelo.

He aprendido con Un curso de Milagros que: “No soy víctima del mundo que veo… No eres víctima del mundo que ves porque tú mismo lo inventaste. Puedes renunciar a él con la misma facilidad con la que lo construiste. Lo verás o no lo verás, tal como desees. Mientras desees verlo, lo verás; cuando ya no lo desees ver, no estará ahí para que lo puedas ver.”

El mundo en el que vives y reinas, es un mundo de sufrimiento. Es muy doloroso aceptar que el mundo que vemos es producto de nuestra propia mente. Duele darnos cuenta que somos los electores del sufrimiento que vivimos. Es frustrante darnos cuenta que nunca tuvimos la razón. Pero cuán liberador es asumir la responsabilidad de nuestros pensamientos y sentir la paz al transformarlos. Cuando cambiamos nuestra percepción interna, es decir, abandonamos nuestro rol de víctimas, cambia nuestra percepción del mundo y hayamos paz.

Hemos aprendido que el cuerpo enferma debido a los pensamientos que nuestra mente alberga. Pero nuestras creencias nos distraen para que dediquemos nuestra vida a buscar las formas de sanar nuestro cuerpo y evitar que miremos nuestros pensamientos y sentimientos. Es contradictorio, deseamos sanar, pero buscamos en el sitio equivocado. Te invito a observar tu mente.

Cierra tus ojos y observa las palabras, los pensamientos que te describen a ti mismo. Permite que lleguen. Solo obsérvalos a todos, no excluyas a ninguno ni te aferres a alguno. Observa... observa… te.

¿Te diste cuenta del juego que juegas?...  Cuando te describes como “responsable”, alguien debe ser un irresponsable. Cuando te describes como “ordenado”, alguien debe ser un desordenado. Las etiquetas con las que te describes son el producto de la comparación. Has vivido tu vida tratando de ser o no ser lo que los demás son o no son. Jamás has vivido tu propia vida. Con la práctica, esta observación te conducirá a la consciencia de que son estos pensamientos los que te separan de tus hermanos y con la ayuda de Dios te podrás liberar de esos pensamientos. Recuerda… debes pedir ayuda, solo no lo lograrás. Son nuestros deseos de sufrir los que nos mantienen prisioneros del sufrimiento. Y es solo tuya la decisión de ser libre. Debes tomar una decisión… ¿Cuál eliges?

Los pensamientos que generan división solo te conducen a un reinado de sufrimiento. Observa tus pensamientos... obsérvalos… obsérvalos… encontrarás la causa de tu sufrimiento y en ese momento podrás tomar la decisión de elegir pensar de una forma diferente.

Por sus frutos los conoceréis…. decía Jesús.  Si, de alguna forma, existe sufrimiento en tu vida, es porque has decidido utilizar las creencias equivocadas. No sigas permitiendo que tus propios pensamientos te separen del mundo. La división es un rechazo a un Don Divino que nos recuerda que somos uno solo, somos Unidad.

Tal vez el abuelo acepte que parafrasee diferente el refrán.

Divide y reinarás (sufrirás)… decía el abuelo.

Oscar Marino Cruz García

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Profe, enséñeme a aprender no a obedecer.