¿Sería Roger Federer el mejor tenista de la historia
sin Mirka?
La respuesta la tiene el mismo Roger… “cuando conocí a Mirka no tenía títulos, ahora tengo 91”.
La mayoría de las personas responsabilizamos a nuestra pareja de todas nuestras desdichas y fracasos. Pocos, en muy pocas ocasiones, relacionan su éxito con su pareja. Tal vez no seas un profesional “ganalotodo” del deporte, pero si revisas tu vida, es posible que hayas sido ascendido en tu trabajo, hayas recibido un aumento salarial, seas reconocido por tus proyectos o buenos resultados, hayas logrado el trabajo que siempre soñaste, te digan doctor o doctora, ingeniero o ingeniera… te has preguntado ¿Qué tanto, de esos logros, hubieses recibido sin el acompañamiento de tu pareja? ¿Qué tal que eso que crees haber logrado con tus dotes de “ganalotodo”, haya sido posible porque detrás de ti, hay una persona que con su buena vibra te apoya para que seas el ganador que el mundo reconoce?
Lo malo es responsabilidad del otro, todo lo bueno lo he logrado yo. Tenemos lo que tenemos por mi esfuerzo, por mi inteligencia. Si hubieses dicho…. Si no hubieses dicho…. Si hubieses hecho…. Si no hubieses hecho…. Si me hicieras caso… Parecen ser los axiomas del necio, que se cree autosuficiente.
Este mundo reconoce los logros individuales. Hasta en los equipos nos esforzamos por destacar “al mejor”, olvidándonos que “el mejor” solo se puede destacar gracias al trabajo en equipo. Solo si cuentas con el mejor equipo podrás lograr tu mejor resultado. En pareja funciona igual. El pretender mostrarnos como el mejor de los dos, ahoga cualquier intento de una sana relación de pareja. La razón es sencilla, tu ego te auto-reconoce al mismo tiempo que minimiza al otro. Y donde hace presencia el ego, el amor brilla por su ausencia. Aunque en nombre del “amor” pretendamos corregir al otro.
La verdadera relación de pareja se logra cuando permitimos que el amor se manifieste, sin pretensiones, sin mejoras, sin críticas, sin juicios, sin arrepentimientos, haciendo lo que me corresponde, lo que la vida me ha asignado y respetando la forma del otro. Se logra desde la gratitud si la entendemos, correctamente, como aceptación y aprecio. No puedes amar lo que no aceptas y aprecias. Aceptas cuando recibes sin juicios. Aprecias lo que valoras. Por lo tanto, agradecer es amar.
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” 1 Corintios 13
El valor que le das a tu pareja, es el que muy en tu interior, tú mismo te das. Tu pareja es el espejo que te muestra lo que debes sanar en tu interior. Deja de intentar arreglar a tu pareja, arréglate tú y cuando te hayas arreglado, te habrás sanado, habrás sanado tu relación, habrás sanado al mundo. Lo que rechazamos en el otro, no es más que la expresión de nuestro propio miedo. Miedo a observar nuestros sentimientos, nuestros valores y nuestras creencias, toda esa estructura mental, a la que llamamos personalidad.
Nos aterroriza vernos a nosotros mismos, tal vez, porque no estamos convencidos que aquello que le mostramos al mundo sea real y no estamos dispuestos a reconocer nuestro propio error. Este miedo es un muy buen punto de partida si lo usamos a nuestro favor y no permitimos que nos paralice.
El valor que tiene tu pareja no está en lo que observas, por eso solo ves defectos, en esto tienes la razón. Su verdadero valor se encuentra más allá de lo que observas y solo lo podrás observar desde el amor. Allí es donde se encuentra y es allí donde debes observarlo. Pero mientras te niegues a observarlo y reconocerlo en ti, estarás condenado a creer que solo tu esfuerzo vale la pena, mientras te sigue conduciendo por el camino del dolor, la repetición, la insatisfacción, la carencia y la infelicidad.
A nada le tenemos tanto miedo como al amor, porque hemos construido nuestra propia definición y es esta la que nos ha llevado por el camino del sufrimiento. Permítete fluir con la vida y el verdadero Amor y cuando sea el momento podrás afirmar:
Al cielo se llega en pareja… decía el abuelo.
Oscar Marino Cruz García@OmOscarMarino
La respuesta la tiene el mismo Roger… “cuando conocí a Mirka no tenía títulos, ahora tengo 91”.
La mayoría de las personas responsabilizamos a nuestra pareja de todas nuestras desdichas y fracasos. Pocos, en muy pocas ocasiones, relacionan su éxito con su pareja. Tal vez no seas un profesional “ganalotodo” del deporte, pero si revisas tu vida, es posible que hayas sido ascendido en tu trabajo, hayas recibido un aumento salarial, seas reconocido por tus proyectos o buenos resultados, hayas logrado el trabajo que siempre soñaste, te digan doctor o doctora, ingeniero o ingeniera… te has preguntado ¿Qué tanto, de esos logros, hubieses recibido sin el acompañamiento de tu pareja? ¿Qué tal que eso que crees haber logrado con tus dotes de “ganalotodo”, haya sido posible porque detrás de ti, hay una persona que con su buena vibra te apoya para que seas el ganador que el mundo reconoce?
Lo malo es responsabilidad del otro, todo lo bueno lo he logrado yo. Tenemos lo que tenemos por mi esfuerzo, por mi inteligencia. Si hubieses dicho…. Si no hubieses dicho…. Si hubieses hecho…. Si no hubieses hecho…. Si me hicieras caso… Parecen ser los axiomas del necio, que se cree autosuficiente.
Este mundo reconoce los logros individuales. Hasta en los equipos nos esforzamos por destacar “al mejor”, olvidándonos que “el mejor” solo se puede destacar gracias al trabajo en equipo. Solo si cuentas con el mejor equipo podrás lograr tu mejor resultado. En pareja funciona igual. El pretender mostrarnos como el mejor de los dos, ahoga cualquier intento de una sana relación de pareja. La razón es sencilla, tu ego te auto-reconoce al mismo tiempo que minimiza al otro. Y donde hace presencia el ego, el amor brilla por su ausencia. Aunque en nombre del “amor” pretendamos corregir al otro.
La verdadera relación de pareja se logra cuando permitimos que el amor se manifieste, sin pretensiones, sin mejoras, sin críticas, sin juicios, sin arrepentimientos, haciendo lo que me corresponde, lo que la vida me ha asignado y respetando la forma del otro. Se logra desde la gratitud si la entendemos, correctamente, como aceptación y aprecio. No puedes amar lo que no aceptas y aprecias. Aceptas cuando recibes sin juicios. Aprecias lo que valoras. Por lo tanto, agradecer es amar.
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” 1 Corintios 13
El valor que le das a tu pareja, es el que muy en tu interior, tú mismo te das. Tu pareja es el espejo que te muestra lo que debes sanar en tu interior. Deja de intentar arreglar a tu pareja, arréglate tú y cuando te hayas arreglado, te habrás sanado, habrás sanado tu relación, habrás sanado al mundo. Lo que rechazamos en el otro, no es más que la expresión de nuestro propio miedo. Miedo a observar nuestros sentimientos, nuestros valores y nuestras creencias, toda esa estructura mental, a la que llamamos personalidad.
Nos aterroriza vernos a nosotros mismos, tal vez, porque no estamos convencidos que aquello que le mostramos al mundo sea real y no estamos dispuestos a reconocer nuestro propio error. Este miedo es un muy buen punto de partida si lo usamos a nuestro favor y no permitimos que nos paralice.
El valor que tiene tu pareja no está en lo que observas, por eso solo ves defectos, en esto tienes la razón. Su verdadero valor se encuentra más allá de lo que observas y solo lo podrás observar desde el amor. Allí es donde se encuentra y es allí donde debes observarlo. Pero mientras te niegues a observarlo y reconocerlo en ti, estarás condenado a creer que solo tu esfuerzo vale la pena, mientras te sigue conduciendo por el camino del dolor, la repetición, la insatisfacción, la carencia y la infelicidad.
A nada le tenemos tanto miedo como al amor, porque hemos construido nuestra propia definición y es esta la que nos ha llevado por el camino del sufrimiento. Permítete fluir con la vida y el verdadero Amor y cuando sea el momento podrás afirmar:
Al cielo se llega en pareja… decía el abuelo.
Oscar Marino Cruz García@OmOscarMarino