Entrada destacada

sábado, 17 de marzo de 2018

El hábito no hace al monje… decía el abuelo.


Es muy valioso para algunas personas cambiar comportamientos que, de una u otra forma, creen que les ha generado dificultades en la vida. Pero no crea que, al haber cambiado su conducta, ha sanado la causa que la generó. Ésta seguirá presente y su propia mente utilizará los recursos necesarios para recordarle aquello que no ha sanado. Los cambios son solo externos, busca la transformación que brota desde tu interior y encontrarás paz.

Cuando percibo que lo que me molesta, no está en el otro, sino en mí, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando dejo de ver la culpa en el otro y asumo mi responsabilidad, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me permito dudar de mi certeza, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta de mi papel de víctima, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta que la comodidad material, no es el resultado de mi “gestión espiritual”, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta que nada vino para fastidiarme, que todo vino para transformarme, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando dejo de buscar cambios en mi condición externa en busca de mi felicidad, allí empieza mi verdadera transformación.

Sí, algunos cambios externos te acercan a la paz, pero no son la Paz. No te confundas. Busca en tu interior, allí están las respuestas, tus respuestas. Recurre a la auto-indagación ¿Cuál es el propósito de lo que estoy viviendo? Y permite que tu Ser Superior te de la respuesta.

Es muy frecuente que le planteemos a dios nuestros problemas y que además le mostremos la forma en que nos los debe solucionar. Estamos tan convencidos de la claridad con que creemos haber identificado nuestros problemas que no solo le marcamos la pauta a dios, sino que desgastamos relaciones y muchos años aplicando soluciones poco o nada efectivas. Y al no encontrar paz, seguimos generando cambios externos, y aplicamos la misma solución, con la esperanza de un … ¡¡Ahora sí!! Y al poco tiempo nos damos cuenta que seguimos en lo mismo.

Esto me hace recordar la reflexión de Kenneth Wapnick: “Nos estamos volviendo más y más sofisticados en la solución de nuestros problemas, lo cual significa que el ego se está tornando más y más sofisticado en la fabricación de los mismos. Y esto jamás termina. Lo único que termina todo el ciclo es perdonar. Es por eso que hoy día aún estamos peleando las mismas guerras que peleábamos hace siglos y milenios.”

Otra de las situaciones que me hace recordar lo que decía el abuelo, es a lo que suelo llamar emplasto espiritual. Con esto me refiero a aquella actitud, que suelen tener algunas personas que comienzan a recorrer algún camino espiritual, de hacer como que todo va bien. Levitan. Y no es que realmente vayan bien las cosas. Es una negación de su propia culpa, una negación a tomar la responsabilidad de su vida, para entregarle las cosas a un dios fabricado mediante rituales mágicos, rechazando el verdadero poder que Dios le dio, el cual no requiere de nada externo.  Uno no puede trasformar el sentimiento acerca de algo si se niega a aceptar lo que realmente siente.  Esta vida nos conduce por caminos dolorosos para que nos demos cuenta de nuestros juicios, nuestros sentimientos y afrontarlos para alcanzar la paz. No funciona haciendo como que todo está bien, repitiendo palabras o frases, que resuenan bonitas, pero que carecen de honestidad. Es una negación y nos conduce a buscar culpables allá afuera. No coloques emplastos espirituales sobre tus heridas, por el contrario, descúbrelas, obsérvalas, acéptalas, entrégaselas al Poder Superior y sanarán. Es la expresión más grande de amor por ti mismo hacia el logro de tu paz interior.

En mis conferencias suelo plantear, a las personas, lo siguiente: Para pararte de una silla, debes hacer varias cosas, ¿cuál es la primera? Antes de seguir la lectura piensa en la respuesta.

Normalmente las personas me responden que lo primero es tomar la decisión y luego ejecutar la acción. Parece una respuesta acertada. Pero no, lo primero que debes hacer es darte cuenta que estás sentado, parece muy obvio, ¿verdad? Debemos ser conscientes de lo que sentimos para poder ser libres de tomar la decisión de soltarlo. A esto se refería Jesús, cuando dijo: “Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.” Mientras no seas consciente de tu sentir en el momento presente, seguirás esclavo de las circunstancias y buscando culpables de lo que te sucede, creando una realidad virtual con nubes de algodones. Mientras no seas consciente de que estás sentado, creerás que esa es tu posición natural. Por eso es que observamos a tantas personas, incómodas con su sufrimiento, pero con la creencia de que es normal, entonces, se adaptan a vivir una vida sufrida. Querrás correr y harás lo que crees necesario, pero seguirás sentado. Querrás volar y harás lo que crees necesario, pero seguirás sentado. Tienes que cuestionar tu realidad para que descubras que hay otra Realidad.

Abandona la lucha infructuosa de cambiar tus condiciones externas en búsqueda de tu paz. Deja de rechazarte a ti mismo, a los demás, a aceptar a unos y a excluir a otros, a rechazar tus circunstancias y anhelar otras, experimenta lo que la vida te ofrece en el momento presente y recuerda que El hábito no hace al monje… decía el abuelo.

Oscar Marino Cruz García

.

.

.

Profe, enséñeme a aprender no a obedecer.