Es muy valioso para algunas personas
cambiar comportamientos que, de una u otra forma, creen que les ha generado
dificultades en la vida. Pero no crea que, al haber cambiado su conducta, ha
sanado la causa que la generó. Ésta seguirá presente y su propia mente
utilizará los recursos necesarios para recordarle aquello que no ha sanado. Los
cambios son solo externos, busca la transformación que brota desde tu interior
y encontrarás paz.
Cuando percibo que lo que me molesta, no
está en el otro, sino en mí, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando
dejo de ver la culpa en el otro y asumo mi responsabilidad, allí empieza mi
verdadera transformación. Cuando me permito dudar de mi certeza, allí empieza
mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta de mi papel de víctima, allí
empieza mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta que la comodidad
material, no es el resultado de mi “gestión
espiritual”, allí empieza mi verdadera transformación. Cuando me doy cuenta
que nada vino para fastidiarme, que todo vino para transformarme, allí empieza
mi verdadera transformación. Cuando dejo de buscar cambios en mi condición
externa en busca de mi felicidad, allí empieza mi verdadera transformación.
Sí, algunos cambios externos te acercan a
la paz, pero no son la Paz. No te confundas. Busca en tu interior, allí están
las respuestas, tus respuestas. Recurre a la auto-indagación ¿Cuál es el
propósito de lo que estoy viviendo? Y permite que tu Ser Superior te de la
respuesta.
Es muy frecuente que le planteemos a dios
nuestros problemas y que además le mostremos la forma en que nos los debe
solucionar. Estamos tan convencidos de la claridad con que creemos haber
identificado nuestros problemas que no solo le marcamos la pauta a dios, sino
que desgastamos relaciones y muchos años aplicando soluciones poco o nada
efectivas. Y al no encontrar paz, seguimos generando cambios externos, y
aplicamos la misma solución, con la esperanza de un … ¡¡Ahora sí!! Y al poco
tiempo nos damos cuenta que seguimos en lo mismo.
Esto me
hace recordar la reflexión de Kenneth Wapnick: “Nos estamos volviendo más y más
sofisticados en la solución de nuestros problemas, lo cual significa que el ego
se está tornando más y más sofisticado en la fabricación de los mismos. Y esto
jamás termina. Lo único que termina todo el ciclo es perdonar. Es por eso que
hoy día aún estamos peleando las mismas guerras que peleábamos hace siglos y
milenios.”
Otra de
las situaciones que me hace recordar lo que decía el abuelo, es a lo que suelo
llamar emplasto espiritual. Con esto
me refiero a aquella actitud, que suelen tener algunas personas que comienzan a
recorrer algún camino espiritual, de hacer como que todo va bien. Levitan. Y no
es que realmente vayan bien las cosas. Es una negación de su propia culpa, una
negación a tomar la responsabilidad de su vida, para entregarle las cosas a un
dios fabricado mediante rituales mágicos, rechazando el verdadero poder que
Dios le dio, el cual no requiere de nada externo. Uno no puede trasformar el sentimiento acerca
de algo si se niega a aceptar lo que realmente siente. Esta vida nos conduce por caminos dolorosos
para que nos demos cuenta de nuestros juicios, nuestros sentimientos y
afrontarlos para alcanzar la paz. No funciona haciendo como que todo está bien,
repitiendo palabras o frases, que resuenan bonitas, pero que carecen de honestidad.
Es una negación y nos conduce a buscar culpables allá afuera. No coloques emplastos espirituales sobre tus
heridas, por el contrario, descúbrelas, obsérvalas, acéptalas, entrégaselas al
Poder Superior y sanarán. Es la expresión más grande de amor por ti mismo hacia
el logro de tu paz interior.
En mis conferencias
suelo plantear, a las personas, lo siguiente: Para pararte de una silla, debes
hacer varias cosas, ¿cuál es la primera? Antes de seguir la lectura piensa en
la respuesta.
Normalmente
las personas me responden que lo primero es tomar la decisión y luego ejecutar
la acción. Parece una respuesta acertada. Pero no, lo primero que debes hacer
es darte cuenta que estás sentado, parece muy obvio, ¿verdad? Debemos ser
conscientes de lo que sentimos para poder ser libres de tomar la decisión de
soltarlo. A esto se refería Jesús, cuando dijo: “Conoceréis la Verdad y la
Verdad os hará libres.” Mientras no seas consciente de tu sentir en el momento
presente, seguirás esclavo de las circunstancias y buscando culpables de lo que
te sucede, creando una realidad virtual con nubes de algodones. Mientras no
seas consciente de que estás sentado, creerás que esa es tu posición natural.
Por eso es que observamos a tantas personas, incómodas con su sufrimiento, pero
con la creencia de que es normal, entonces, se adaptan a vivir una vida
sufrida. Querrás correr y harás lo que crees necesario, pero seguirás sentado.
Querrás volar y harás lo que crees necesario, pero seguirás sentado. Tienes que
cuestionar tu realidad para que descubras que hay otra Realidad.
Abandona la lucha infructuosa de cambiar
tus condiciones externas en búsqueda de tu paz. Deja de rechazarte a ti mismo,
a los demás, a aceptar a unos y a excluir a otros, a rechazar tus
circunstancias y anhelar otras, experimenta lo que la vida te ofrece en el
momento presente y recuerda que El
hábito no hace al monje… decía el abuelo.
Oscar Marino Cruz García