¿Qué tal que lo que observas no sea real?
¿Qué tal que todo sea un sueño? ¿Qué tal que lo que consideramos real solo sea
un invento de nuestra mente? ¿Te lo has preguntado?
Aunque para algunas personas forma y
realidad suele ser lo mismo, no pueden ser lo mismo. La única Realidad es tu
Ser, la creación perfecta de Dios. Sin momentos porque es Eterna, sin
condiciones porque es Absoluta, sin errores porque es producto del Pensamiento
de Dios. Lo que nos confunde es que le damos credibilidad a las formas que
nuestros ojos nos muestran perdiendo la visión de lo Eterno, conduciéndonos por
un camino de dolor y sufrimiento, que nos oculta la Realidad y que nos convence
que es real.
Despierta, pon un filtro a tu mente que
te permita ver la Realidad. Las
apariencias engañan… El dolor, el resentimiento, la carencia, la
enfermedad, el “amor”, el materialismo hacen parte de la extensa lista de
ídolos que han hecho de tu vida una película de terror. Conservar tus ídolos es
creer que algunos de tus dolores y desdichas no pueden ser perdonados. La
simple decisión de no creer en tus ídolos te hace deshacer el error de creer
que son reales, te alejarás del sufrimiento y empezarás a vivir verdaderos
estados de paz. Tomar una decisión es solo el primer paso y cuando lo haces la
vida te ofrece los medios para lograr lo que has decidido.
El
amor es un medio para demostrar que todas las formas pueden cambiar
precisamente porque son formas y porque carecen del atributo de inmutabilidad
que la realidad entraña.
Establece momentos de paz interior en
donde puedas practicar ese contacto con la realidad que brota de tu ser, hazlos
extensivos a tus relaciones que son el medio que la Vida nos brinda para
reencontrarnos con nuestra Esencia y fundirnos con Dios. Que las apariencias no te engañen…